El otro día os hablé del Groot Begijnhof Lovaina, uno de los mayores beguinajes que aún existen en Flandes. Este centro histórico, que se encuentra un poco a las afueras del centro de Lovaina, y que consiste en una serie de callejones, patios, jardines y parques con docenas de casas y conventos construidos con piedra arenisca tradicional.
Ahora toca hablar del Klein Begijnhof, un barrio que consta de una calle y dos callejones sin salida, y por eso su nombre indica que es un pequeño beguinaje, comparado con el otro de la ciudad. Este distrito estuvo habitado por beguinas hasta el siglo XIX.
Este pequeño beaterio se menciona por primera vez en 1272, y habría surgido como una comunidad de mujeres que sirvieron en la cercana abadía de “St-Gertrude”. No fue hasta 1636 que se construyó su propia parroquia, una iglesia de estilo gótico tardío para las beguinas, que fue demolida en el siglo XIX. El número de beguinas nunca llegó a más de 100, y disminuyó tras la Revolución Francesa.
En 2000, lo que quedaba del “Pequeño Beaterio” fue completamente restaurado y vendido a particulares. En la restauración, las casas fueron pintadas de blanco de nuevo. Este pequeño beguinaje no tiene historia en común con el Gran Beguinaje, y de eso nos podemos dar cuenta con solo mirar el color de la construcción: blanco uno y piedra arenisca el otro.
Hoy en día, es una calle con casas restauradas de los siglos 17 y 18. Una treintena de casas en estilo flamenco tradicional siguen siendo del Beaterio. Pasear por esa calle te transportará al pasado…
Tengo 21 años y nací en Barcelona, aunque vivo en Cambrils, un encantador pueblo marítimo en la provincia de Tarragona. Estudio química en la “Universitat Rovira i Virgili” de Tarragona y he venido aquí para acabar mi carrera universitaria en la UC Leuven-Limburg (associada a la KU Leuven).
¿Y porque decidí presentarme a esta beca para ser corresponsal de Erasmus en Flandes?
Porque soy una química con intereses de “blogger”. Así soy yo, un poco de aquí y un poco de allá, con intereses tan diversos que comprenden desde la ciencia hasta la fotografía, desde la cultura hasta la fiesta y desde los gofres hasta la cerveza belga. Me apasiona viajar, aprender, reír, comer, disfrutar y vivir la vida al límite… Es por ello que decidí acabar mi carrera universitaria en la Salamanca de Europa, Lovaina, y así no perder la esencia de mis raíces.