Hacía mucho que habíamos orino hablar de la Basílica del Sagrado Corazón (Basilique de Koekelberg o Basilique du Sacré-Coeu, pero nunca nos habiamos decidido a ir a visitarla. Pues bien, hace unos días por fin dimos el paso y la majestuosidad de esta basílica nos dejó a todos estupefactos.
Un precioso camino nos guía hasta la Basilique du Sacré-Coeu. Una explanada de césped justo enfrente de la Catedral, rodeado en sus costados de unos caminos entre altos árboles, es el enclave perfecto para fotografiarse con la basílica al fondo.
Según te vas acercando hasta ella te asombrarás del esplendor y solemnidad de esta joya arquitectónica del siglo pasado. Llama muchísimo la atención su enorme cúpula verde, que se puede ver desde varios puntos de la ciudad ya que está situada a casi 100 metros de altura. El interior de la basílica es igual de inmenso que su exterior y también, al igual que por fuera, el punto más llamativo e impresionante que podemos apreciar desde dentro de la Basilique du Sacré-Coeu es su cúpula y sus preciosas vidrieras.
Cuando nosotros fuimos a visitarla, debido a que ya era un poco tarde, no pudimos subir hasta la azotea, pero quienes suben aseguran que se tiene una de las mejores vistas aéreas de bruselas. El mirador ofrece vistas de 180º y está situado a 53 metros de altura.
Además, al subir a la cúpula, se puede acceder al museo y a otras partes innacesibles de la basílica.
La entrada a la Basílica del Sagrado Corazón es gratuita aunque el subir a la cúpula tiene el precio de 4 euros.