Si Clark Kent viviese en Gante, lo más probable es que dejase de surcar los cielos y pasase a usar la bici para combatir el mal. Y es que la bici es esencial en esta ciudad. Por lo tanto, el único problema con el que Clark se encontraría sería que los malhechores también irían a pedales.
Pero hoy no voy a enumerar los beneficios de este medio de transporte. Es un tema que, seguramente, ya os es bien familiar. De tal forma que hoy voy a tratar algo más concreto. Partiendo de que la batalla entre coches y bicis está ya más que saldada (inclinándose hacia el lado del pedaleo), hoy nos centramos en…
PEATONES VS. BICIS
El hecho de que haya calles prohibidas para los coches y permitidas para las bicis aporta tranquilidad al ciclista. La señal que marca este caso es la de «Prohibido Circular» acompañada de un cartel que lee “UITGEZONDERD”, seguido de un dibujo de una bicicleta. Para todos aquellos que no se han leído mi anterior post y que todavía no se han atrevido con el idioma flamenco, «UITGEZONDERD» significa «EXCEPTO». Se entiende, entonces, que está prohibido circular excepto si vas en bici. Se ve así:
Pero cuidado, aquí viene la trampa. Hay algunas calles que, a pesar de permitir el tránsito ciclista, lo limitan a ciertas horas en favor de los peatones. Para distinguirlas y así evitar que Clark venga a llamarnos la atención, debemos fijarnos en este tipo de carteles:
Estas calles se suelen encontrar en el centro de Gante y su política “anti-bicis” durante las horas más activas del día reduce el riesgo de colisiones. Al mismo tiempo, ver calles plagadas de transeúntes preserva el estado de calma y la imagen tradicional de la ciudad. Personalmente, a mí me encanta.
En honor a la verdad he de decir que, de vez en cuando, aparece un ciclista a una hora a la que no debería aparecer. En estos casos, lo más seguro es que las consecuencias sean inexistentes; y esto, al final, se convierte en una tentación para incumplir la norma… Y es aquí donde la Ley de Murphy entra en juego.
MI CONSEJO:
“Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Basta que repitas con tu bici lo que has visto hacer a otros sin consecuencias para que aparezca un Clark Kent con uniforme de policía y te llame la atención. Y no merece la pena, especialmente, porque Gante es una ciudad muy bien conectada y no te cuesta nada tomar una calle paralela para llegar a tu destino.
En conclusión, no te la juegues. Por mucha prisa que tengas, otras opciones descansan en la palma de tu mano. Disfruta de la bici como es debido. Respeta a los peatones y no seas como El Ciclista Loco, un peculiar individuo del que os hablaré en futuros posts.
Si uno respeta, uno es respetado. Por Clark. Por las multas. Por el karma. Y hasta por la Ley de Murphy.
OS ESPERO EN EL PRÓXIMO POST: Un T-Rex vegetariano anda suelto por las calles de Gante
Os invito a este extraño lugar. Aunque las visitas no son frecuentes, haremos de esta ocasión la excepción que confirma la regla. Bienvenidos a mi cabeza.
Seguidme, os llevaré a un sitio muy especial. Normalmente, tras esta puerta pintada de colores, uno puede toparse con espaguetis flotantes, junglas de pingüinos o ciudades invisibles… A decir verdad, la mayoría de las veces, ni siquiera yo mismo estoy seguro de lo que me espera al girar el pomo. De todas formas, hoy podéis estar tranquilos. Hoy sí sé lo que hay al otro lado:
Al otro lado está Gante. Y sus calles adoquinadas, clones en bici, música abstracta, dinosaurios, idiomas alienígenas, hechizos y, dentro de esta normalidad, infinidad de locuras.
Lo más seguro es que si os dejase sueltos por este lugar, acabaríais majaras. Como no queremos eso, os lo voy a enseñar poco a poco, durante cinco meses.
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