Aprovechando que llega el buen tiempo, hoy os voy a hablar de Ostende, la ciudad a la que los belgas van de veraneo a la playa. ¡Seguid leyendo!
Tiene un tamaño considerable (80.000 habitantes, soy de pueblo, para mí esto es considerable) y se encuentra a escasos kilómetros de Brujas en dirección a la costa. Aparte del turismo de verano belga, es también un destino muy popular para el norte de Francia, por lo que en sus calles se escucha hablar muchísimo francés. Su nombre quiere decir “fin del este” (Oost=este y Ende=final) dado que antes había una isla y Ostende era su población más oriental. En el otro extrema se encontraba Westende.
Las calles del centro son animadísimas. Se encuentran repletas de cervecerías, restaurantes y bares de fiesta, así como los chiringuitos y restaurantes de playa en la costa. La verdad es que recuerda mucho a alguna ciudad española de turismo playero.
A algunos os sonará el nombre de haber estudiado historia de España. La ciudad fue asediada durante más de 3 añazos por los españoles en el contexto de las guerras de Flandes. Aquí también se firmó el Pacto de Ostende entre progresistas y demócratas españoles, lo que sería el preludio de “La gloriosa”, revolución precedente al Sexenio Liberal.
Además de la playa, es recomendable acercarse a su museo marítimo, al puerto y al parque Leopoldo, en el que hay un gran reloj en la hierba. Desgraciadamente, la iglesia, muy bella desde el exterior, sólo se abre cuando hay oficio.