La cámara adora a Brujas. A pesar de que cada adoquín de este trocito flamenco del Patrimonio de la Humanidad merezca una foto, debéis guardar carrete (o memoria) para una de las plazas más pintorescas y hermosas (que ya es decir) de Brujas, la Jan van Eyckplein.
Situada en el histórico barrio de la Hansa, la plaza actual solo data del siglo XVIII, cuando gran parte de los canales fueron abovedados, pero no cobró vida hasta el siglo XIX con la restauración de los emblemáticos edificios que la conforman. Con el trabajo de los restauradores y la inversión de la ciudad, poco a poco los edificios de siglos pretéritos volvieron para descubrir su historia a los espectadores que hoy los contemplan.
Gracias al trabajo de los restauradores y la inversión de la ciudad sus ladrillos de siglos pretéritos nos pueden contar la historia de una Brujas en pleno apogeo. Hemos de retrotraernos al siglo XIII, cuando la ciudad florecía como un puerto en comercial, con amplios contactos con los países de la norteña liga hanseática.
Con este fin nacieron los edificios de la Aduana (1), donde se realizaba el cálculo de los peajes (que fue después parque de bomberos y ahora ) o la estrecha Casa de Estibadores o Pijndershuisje (2), donde los cargadores portuarios vendían sus servicios.
Más tardía es la Lonja de los Burgueses, lugar de reunión de los opulentos mercaderes brujenses desde el siglo XV. Desde 1720 fue sede de la Academia de Bellas Artes y hasta tiempo reciente acogía de los archivos del Estado.
De su recorrido como Academia de Bellas Artes, cuando poseyó un pequeño museo dedicado a los primeros maestros flamencos, deriva el nombre de la plaza, pues Jan van Eyck fue el más famoso de estos. De hecho, tiene una estatua frente a la antigua lonja desde el siglo XIX.
Un cuadro de ensueño, que puedes completar caminando calle abajo, donde encontrarás una de las últimas fachadas originales en madera (3) de la ciudad, pues estas fueron prohibidas en el siglo XVII por el peligro que conllevaba la construcción en madera ante un incendio. Y no dejes de fijarte en la Huis De Rode Steen o Casa de Piedra Roja (4), que tuvo el privilegio de ser restaurada la primera.
Con esta concentración de edificios importantes, la plaza fue durante el siglo XIV y XV el lugar por donde pasaban absolutamente todas las mercancías y por lo tanto donde se cocían jugosos tratos comerciales en los que siempre estaba presente el correspondiente agente de Brujas para llevarse un buen pellizco. ¡No os perdáis el Manhattan histórico de Brujas!