La chocolatería Van Hecke, en la calle Koestraat, guarda entre sus paredes décadas de historia y experiencia en el dulce mundo del chocolate. Una experiencia curtida de generación en generación, conservando los laboriosos métodos tradicionales de tratar el chocolate junto con una ambición general de dotar al dulce belga con nuevas texturas, olores, formas y sabores, haciendo de este rincón un lugar único en la ciudad.
Con una misión clara: “regalar un sabor placentero a la vida, un sabor de diversión”, la familia Van Hecke tiene como objetivo hacer reír a sus clientes, transmitirles su pasión por el chocolate y que éste forme parte de sus vidas dándoles fuerza e intensidad, en palabras de Stephen, poseedor del testimonio familiar “esa es nuestra principal razón de existencia”.
Conseguir tales objetivos en un país donde las chocolaterías se cuentan por millares no es fácil, y la familia Van Hecke es consciente de ello. Por este motivo han creado su propio chocolate, “Euforie 75”, con un 70% de cacao y el balance ideal entre el dulce y el amargo, acompañado por unas trazas fugaces de frutos rojos que no solo conseguirán deleitar nuestro paladar, sino también nuestro interior surgiendo esa particular euforia de estar ante un chocolate negro de calidad. “Euforie 75” fue creado en 2012, coincidiendo con el 75 aniversario de la empresa. Además, trabajan con más de 20 chocolates diferentes de forma manual pero intensiva, pasando de la brillantez del chocolate blanco al cacao más amargo (entre 25 y 80% de intensidad), dedicando hasta doce horas al día a pralinés, pasteles, tabletas y tartas con el fin de ofrecer un producto fresco y de calidad, del taller al cliente sin quedar obsoleto en las vitrinas de la tienda.
Hace dos años, la chocolatería dio un paso más e incluyó una pequeña sala de té y terraza con el fin de que todo aquel interesado pueda probar sus delicias al mismo tiempo que disfruta del olor del establecimiento y observa el proceso de elaboración del tesoro Van Hecke. En vísperas de San Valentín, no hay mejor plan que un gran regalo en uno de los clásicos ganteses. La oferta este año es más que variada: pequeños zorros de chocolate blanco emparejados, corazones de todos los colores con sabor a frutas de la pasión, lima o piña y, su gran variedad permanente de pralinés y chocolates para todos los gustos, sin olvidarnos por supuesto de su valiosa aportación al mundo del oro negro belga, “Euforie 75“.
La familia chocolatera no dudó en abrirnos sus puertas y mostrarnos el trato exquisito a cada una de sus especialidades, producto no solo de habilidad y horas de trabajo, sino también de cariño y pasión por este mundo. Sin más preámbulos, os dejo que Stephen os despierte el apetito desde su pequeña fábrica de chocolate.
¡Qué tengáis un dulce fin de semana!