Que si vegano, lacto vegetariano, ovolactovegetariano, crudívoros, vegetalianos… Todos tienen un “air de famille” y es que derivan del vegetarianismo. En los últimos diez años este nuevo estilo de vida disfruta de un apoyo renovado en Europa y América del Norte, gracias, en gran medida, a Internet y las redes sociales, donde aquellas personas que buscan una dieta alternativa encuentran información y una red de consumidores que apoya y promociona nuevos negocios. Esta es un poco la historia de Vegasme, la eco-tienda que acaba de aterrizar en Bruselas.
Siguiendo el camino que han tomado varios países europeos como Francia, Alemania y sorprendentemente Italia, Bruselas ve aparecer nuevos comercios especializados en la tendencia vegetariana y sus derivados, como Vegasme, una tienda especializada en productos biológicos y veganos: es decir que no contienen ni carne ni pescado, pero tampoco leche ni huevos, considerados como productos derivados de los animales y por tanto excluídos de la dieta vegana.
Vegasme abrió sus puertas hace una semana en la conocida Chaussée de Waterloo, número 367. Una sencilla vitrina con un logo algo naïf invita a conocer el agradable local y a la simpática pareja, propietarios del negocio.
Nada más entrar llama la atención la variedad de productos que suministran. Se pueden encontrar los alimentos más tradicionales como una sección de fruta y verdura fresca, sacos de legumbres, la tradicional quinoa, el tofu… Pero más allá de estos imprescindibles del vegano, la oferta de Vegasme simboliza un modo de vida que se consolida en Europa: además de ofrecer productos biológicos (chocolate, golosinas, queso o incluso pienso para animales domésticos), presentan una amplia gama de productos como los cosméticos no testados sobre animales, el vino vegetariano, o los bolsos hechos de corcho como alternativa al cuero. Todos sus productos claman un cambio de los ritmos de vida actuales.
Hablamos con sus dueños a fin de conocer un poco más el proyecto y sus orígenes. Natacha y Stefan son una pareja joven, veganos convertidos que un día decidieron, ante la falta de oferta en Bruselas, ponerse manos a la obra y buscar algún tipo de subvención estatal para llevar a cabo su ambicioso proyecto. Tardaron año y medio en conseguirlo pero desde hace una semana su sueño es tangible y sobre todo, próspero. Stefan nos asegura que no se esperaban tal recibimiento en el barrio y sobre todo el apoyo del público. Nos muestra orgulloso el mobiliario de la tienda y asegura que “aquí no hay nada de Ikea, he serrado yo mismo las estanterías, las he lijado y barnizado”.
Su entusiasmo es contagioso y se mueve por la tienda enseñándonos miles de productos que no creeríamos que existiesen. Nos habla de los “fakes”. Los fake chorizos y las fake gambas, pensados sobre todo para aquellas personas que están en plena transición hacia el vegetarianismo y echan de menos el sabor a carne o a pescado.
Nos cuenta que convertirse fue también difícil para él, teniendo en cuenta que provenía de una familia griega donde la carne, la leche o los huevos eran elementos fundamentales de su dieta. Sin embargo hoy en día es un firme militante que desmiente enérgicamente la mayoría de los mitos acerca de este modo de vida, afirmando que desde que cuida su alimentación favoreciendo la ingesta de legumbres, frutas y verduras, y evita los medicamentos en exceso (tienen una sección de hierbas naturales para tilas o infusiones) se siente con más energía e incluso ha engordado.
En cuanto le preguntamos por el mercado vegetariano en el país asegura que Bélgica se encuentra a la cola en comparación con los demás países del norte de Europa: “existen pocos negocios de este tipo y a pesar de ello, la demanda existe”. Al preguntarle qué tipo de clientes acuden la respuesta no puede ser mas amplia: desde alérgicos que buscan productos sin gluten o lactosa, hasta veganos convencidos que vienen a tiro hecho, pasando por “muchos curiosos que se animan a entrar y preguntar, o gente que come carne pero adora nuestras quiches”. Stefan reconoce que la diversidad de culturas y religiones constituye un filón igualmente importante en su negocio.
Finalmente acudimos al último “mito” que nos queda por desmontar: el precio. ¿Es tan caro lo bio? “La gente tiene bastantes prejuicios al respecto. A veces entran directamente quejándose cuando en grandes superficies he visto comprar alimentos mucho menos nutritivos a mayor precio. Por otro lado hay que saber buscar, aquí tenemos frutas más baratas que las que encontramos en secciones bio de otros mercados.” Sin embargo reconocen que el origen de sus productos repercute de alguna forma en el precio:” compramos por ejemplo un aceite de oliva a una cooperativa griega que lucha contra la crisis económica allí y contrata a jóvenes, por lo que nos solidarizamos con ellos vendiendo el producto”. Por otro lado la reducida clientela (en comparación con aquella de grandes supermercados) hace que las cantidades que encargan a sus proveedores encarezcan el precio de distribución: “no es lo mismo que me llegue un contenedor con diez cajas a que tenga que pedir una”. Esta limitada oferta hace que tengan que acudir igualmente a la solidaridad entre profesionales: “la masa de nuestras famosas quiches, sin huevos ni leche, nos la hace un panadero fuera de su horario de trabajo”.
Sin embargo parece que el duro trabajo da sus frutos, el público está satisfecho y ellos aseguran que continuarán con sus esfuerzos. A pesar de su juventud han conseguido montar este negocio donde el día a día requiere mucho compromiso y tiempo, sobre todo para encontrar a los proveedores, tratar con ellos (Stefan nos cuenta que la mayoría son extranjeros y a menudo no hablan inglés), y estar constantemente informados del origen de los productos:” Nos pasa con los cosméticos por ejemplo. Una marca asegura que no ha testado con animales y sin embargo tiempo después descubrimos que mantiene estrechas relaciones con otra que es de sobra conocido que sí lo hace. Tenemos entonces que volver a empezar y eso requiere estar al tanto de listas, mas o menos actualizadas, de empresas a evitar.”
Después de un rato allí estamos prácticamente convertidas. Me acompañan dos amigas vegetarianas que han quedado muy satisfechas con la oferta del negocio pero todas convenimos en que es el entusiasmo y compromiso de Stefan lo que más anima a acercarse hasta aquí. Nos despedimos después de una deliciosa magdalena con chocolate que nadie calificaría de veggie, y Stefan nos agradece mucho la visita, animándonos a volver.
Aquí os dejo algunas direcciones y acerca del local:
Direccion: Chaussee de Waterloo 367
Fb:Vegasme
Web: vegasme.be
Para aquellos que queráis estar al día de información y sitios veggies, algunos enlaces interesantes:
– Végétik