Mejillones, patatas fritas y cerveza. Esto es lo que la mayoría de la gente piensa sobre la gastronomía de Bélgica y Flandes. De hecho hay un chiste: la gastronomía belga es muy variada, porque puedes comer mejillones y patatas fritas con más de mil tipos de cervezas… Pero bromas aparte, si rascamos algo más en la superficie de los tópicos nos encontramos con una tierra donde a la gente le gusta comer, y muy bien. Bélgica, y claro está, Flandes, combinan el arte de la cocina francesa con la cantidad y la satisfacción de la cocina alemana.
A los flamencos les gusta salir a comer o cenar. Sueles ver siempre los restaurantes llenos, especialmente los fines de semana. Y les gusta disfrutar lentamente de la comida y la charla, siempre, eso sí, regados los platos con buena cerveza y quizás un chupito de ginebra al terminar, como digestivo. La verdad es que en este sentido no he visto mucha diferencia con los españoles. Y es una gozada disfrutar de un buen plato típico en una de las románticas plazas flamencas (cuando el tiempo lo permite) Disfrutando de la gastronomía flamenca he descubierto una variedad de alimentos y platos que no esperaba…
Patatas fritas y mejillones: es un tópico, pero también es cierto. Son las comidas más famosas de Bélgica. De hecho las patatas fritas fueron inventadas aquí, según dicen. La leyenda cuenta que los habitantes de las orillas del río Maas solían comer el pescado del río frito. En el invierno de 1750 el río se heló, y a falta de pescado los habitantes frieron trozos de patata cortados en forma de pescado… ¡y así nació la patata frita! Se elaboran de una manera especial: primero se fríen en manteca a fuego lento, para que estén bien tiernas por dentro, y después en aceite a fuego muy fuerte, para que estén bien crujientes. Los mejillones son sus primos en la mesa, y un plato típico son los mejillones con patatas fritas (“mosselen met friet”). Se sirven generalmente al vapor con una lista enorme de diferentes salsas, y la cantidad media por persona es de 1 kilo (es lo que te sirven si pides mejillones para comer). Los más tradicionales se hacen al vapor con cebolla y apio (exquisitos, creedme).
Endivias: una de las sorpresas que me llevé de la comida flamenca. Consideradas aquí algo así como oro blanco. Se dice que las descubrió un agricultor que durante la guerra de 1830 por la independencia de Bélgica escondió raíces de achicoria. Al volver a por ellas tiempo después comprobó que las raíces habían crecido, las probó y le gustó su sabor. Así descubrió su cultivo. El plato típico de endivias es al horno, enrolladas en jamón York, y gratinadas con bechamel y queso (llamadas “hespenrolletjes”).
Espárragos: muy popular en la cocina belga y flamenca. El plato típico de espárragos son los “espárragos a la flamenca”, o “asperges op zijn Vlaams”, con huevos duros muy triturados y mantequilla derretida con perejil.
Quisquillas: dicen que es uno de los secretos mejor guardados de la cocina belga, y que las del Mar del Norte son especialmente deliciosas. Se preparan en croquetas o con mayonesa como relleno de tomates (los también famosos “tomates-crevettes”).
Anguila: pescado muy común en la zona de Gante y Brujas, especialmente. El plato más típico es la “anguila en salsa verde”, o “paling in’t groen”.
Waterzooi: este es un plato tradicional flamenco muy popular que se elaboraba antaño con los pescados de los ríos de Gante. Hoy en día es un guiso a base de pollo, pescado o bogavante, verduras y crema de leche.
Filet Americain: se trata de un plato bastante conocido que puedes encontrar en todos los restaurantes. Dicen que lo inventó un tal Albert Niels en 1924, y se elabora con carne cruda picada y sazonada con mayonesa, huevos y diversas especias. Parecido a las clásicas albóndigas españolas.
Stoofvlees: o en español, “carne estofada”. Es un guiso de carne de buey a base de cerveza, siempre servido con patatas fritas. Es muy, muy típico de Flandes. Durante estas pasadas navidades hubo aquí en Lovaina un concurso de este guiso, como ya os conté en el post sobre las navidades y el mercado navideño.
Conejo con ciruelas: llamado aquí “konijn met pruimen”. Su fama procede de la primera mitad del siglo XX, cuando el conejo era el plato favorito de la gran población pobre de Bélgica que sufrían entre guerra y guerra. Hoy en día se ha convertido en un plato típico.
Además no debemos olvidarnos de las variedades de panes y quesos que se producen en Flandes y en toda Bélgica en general. Puedes encontrar panes de todo tipo: de cereales, rellenos, salpicados de aceitunas, tomates secos… Una gran gama donde elegir. Y lo mismo ocurre con los quesos, que tradicionalmente se elaboraban en las abadías, al igual que las cervezas.
Y claro está, tras tanta buena comida debe llegar el postre. Los flamencos son muy aficionados a los dulces, y el dulce por antonomasia de Bélgica y Flandes es, sin duda, el chocolate. En todas las ciudades encuentras innumerables tiendas especializadas en chocolate, y si vienes hasta aquí debes probarlo, especialmente los pralines, bombones de chocolate rellenos, que se dice que se inventaron cuando al cocinero del Duque de Plessis-Preslin se le cayó algo de azúcar caramelizada sobre almendras tostadas, y a ello se le añadió por encima chocolate.
Pero además de chocolate puedes disfrutar también de los gofres (“wafels”) o los crepes (“pannekoeken”), muy típicos en Flandes. Otros postres famosos y deliciosos son el “rijstpap”, o arroz con leche, del que se dice que cuando los belgas van al cielo comen este plato con una cuchara de oro, las galletas de especias conocidas como “speculaas”, muy típicas y que te sirven casi siempre con el café, el “mattentaart”, un pequeño pastel de hojaldre con huevos, leche, azúcar y almendras, o los “cuberdons”, un caramelo hecho con almíbar, goma arábiga y frambuesa, llamado también por su forma “neuzeke”, es decir: nariz.
Como veis hay mucho mas para disfrutar comiendo en Flandes que las patatas y los mejillones. Si venís por aquí no dudéis en adentraros en el maravilloso mundo de la cocina flamenca, vais a salir encantados, os lo aseguro.