Es posible que ya sepáis que la bebida nacional de Bélgica es, sin duda, la cerveza. Pero lo que quizá no sepáis que a ésta le acompaña también otra como bebida nacional, y esto puede que os sorprenda: la ginebra. Los belgas están orgullosos de su gran variedad de “jenevers”. Existen locales y comercios especialmente dedicados a la ginebra, y en los mercados y fiestas (como los Mercados de Navidad) siempre te encontrarás con algún puesto especial de ginebras.
No creáis que es la clásica ginebra que encontraréis en España. Las hay de una gran variedad de sabores: almendra, chocolate (como no), frambuesa, melón, limón, naranja… y un largo etcétera de sabores y texturas para todos los gustos: unas más líquidas, otras más cremosas, unas más dulces, otras más amargas. La verdad es que para probarlas todas necesitas casi tanto tiempo como para probar todas las cervezas que se producen.
La elaboración de ginebra es muy típica en el centro de Europa: norte de Francia, Holanda, Alemania y Bélgica, y la historia de su uso se remonta a la Edad Media, cuando una sustancia obtenida de la limpieza de la cerveza se destiló y comenzó a ser famosa por sus usos medicinales (se cree que se usó durante la gran epidemia de peste, por ejemplo). Así se creó el vino de malta, producido básicamente de la cebada, el centeno y el maíz, a los que se les añade levadura y se destila 3 veces (cada una de ellas llamada “ruwnat”, “enkelnat” y “bestnat”). Con el tiempo se le comenzaron a añadir hierbas, principalmente el enebro, y fue variando su preparación hasta llegar a la ginebra de nuestros días.
Hoy en día hay diferentes tipos de ginebra. La más famosa en el mundo es sin duda la variante inglesa, la que te puedes encontrar en todas partes en España. Pero en zonas de Flandes, Valonia, Holanda y las zonas limítrofes de Francia y Alemania todavía existen otros tipos de ginebra tradicionales. De hecho existen varias Denominaciones de Origen Protegidas para las ginebras de esta zona, como O’ de Flander, Ginebra Balegemse, Ginebra de Hasselt o Peket de Valonia.
Se pueden encontrar en Flandes básicamente dos tipos de ginebras: la joven y la vieja. La joven comenzó a elaborar sobre el siglo XIX y la vieja se sigue elaborando de manera tradicional. Se distinguen porque la vieja se hace con más vino de malta y más enebro, es más dulce, de color caramelo y suele tener más alcohol. Ya en los pasados años 80 se pusieron de moda los sabores afrutados y las cremas de ginebra que te encuentras ahora por todo Flandes. Son varios los lugares importantes de producción de ginebra en Flandes, por si te apetece visitar alguno. El más famoso es Hasselt, donde está también el Museo Nacional de la Ginebra, pero también hay que nombrar a Kortrijk, Eeklo o Deinze, con famosas destilerías de jenever.
Y alrededor de la ginebra hay, claro, un mundo de curiosidades y costumbres. Por ejemplo, en Holanda gustan de tomar una mezcla de cerveza y ginebra que llaman “cabezazo”, y en Bélgica no es raro el “submarino”, metiendo un pequeño vaso de ginebra en la cerveza. También está muy vinculada a la cultura del café, y en las cafeterías te la sirven en pequeños vasos llamados “cáliz”, que tiene forma de tulipán y “shotglass”, parecido a los de whisky. Sirven el vasito de ginebra hasta el borde, de forma que es tradición beber el primer sorbo sin levantar el vaso de la mesa, pues es muy probable que se derrame. Y si te toca la última gota de ginebra de la botella y es insuficiente para un vaso, de acuerdo con la tradición holandesa y flamenca el camarero te invitará cortésmente a otro café.
Así que no olvidéis probar las ginebras cuando paséis por Flandes, os van a sorprender, y apostaría que a gustar. Solo elige el sabor que más te guste, que te la pongan bien fría… ¡y a disfrutar!