Despertar una mañana, correr las cortinas de la habitación y ver todos los tejados nevados. ¿Existe en Bélgica un despertar más hermoso?
Yo, que soy de Bilbao, estoy demasiado acostumbrada a la lluvia y al viento, sin embargo, en Euskadi, nevar nieva poco. Pasear entre las calles nevadas de Lovaina o alzar la vista sobre la bicicleta para contemplar las hojas blancas de los árboles es un regalo.
Y es que un día así, además de las guerras de nieve que trae consigo y la diversión de las mismas, implica múltiples alternativas diferentes:
Para aquellos que nunca se cansan de pasear por las mismas calles porque cada día perciben en ellas una magia diferente, les recomiendo visitar el centro de Lovaina, especialmente el antiguo ayuntamiento y la biblioteca. La nieve que envuelve sus fachadas les brindará una perspectiva especial y, sin duda, señoras y señores, se quedarán embobados con la cabeza inclinada durante más de cinco segundos. 🙂
Para los que no perciben Lovaina sin su bicicleta, les traigo un plan muy alto. Más allá del puerto de Lovaina, se halla la abadía de Keizersberg, Mechelsestraat 202, desde donde contemplarán la ciudad entera pintada de blanco.
Por último, para aquellos que les gusta el agua hasta en invierno, sin duda mis favoritos, les traigo una ruta muy especial. Puede realizarse a pie o en bicicleta, ya que el asfalto está bastante bien condicionado. Se trata de la belleza del lago Kessel-Lo, apenas a media hora del centro de la ciudad a pie. Si son tan perezosos como yo, estense tranquilos que no tiene ninguna pendiente. Podrán disfrutar del paisaje sin la necesidad de recobrar el aliento, aunque… agárrense, que puede que les deje sin respiración por más de cinco segundos seguidos. 🙂