Brujas, también conocida como “La Venecia del Norte”, recibe su encanto y esencia a través de numerosos detalles. Las altas torres de estilo gótico que se observan desde lejos, destacando nuestro querido Belfort acompañado de sus repicantes campanas. Los verdes canales cuyas aguas surcan pequeños barcos que viajan por toda la ciudad. Las estrechas calles irregulares de suelos empedrados.
Las pequeñas tiendecitas artesanales de ganchillo y bordados, las deliciosas tiendas de chocolates y dulces. Los puestos de los característicos gofres de la región, los escaparates repletos de mil tipos de cervezas belgas.
Todo ello enmarca la esencia de esta preciosa ciudad de estilo medieval, en la cual todos los detalles y rincones nos transportan de manera telemática a otra época. Pero…¿Cuál es el elemento principal que hace posible la armonía de esta pequeña y detallada ciudad?
Sin duda alguna las fachadas.
Sus colores aunque diferentes todos mantienen la variedad en sintonía asemejándose a una misma gama cromática de tonalidades marrones. Así fachadas rojizas, color ocre, arena, marrón tierra, blanco roto, naranja oscuro… conviven en perfecta sintonía.
Estas en su gran mayoría están formadas por ladrillos, sin embargo algunas reciben el color de una capa de pintura. Diferenciamos así aquellas fachadas cuyos ladrillos envejecidos cuentan con distintos tonos dentro del mismo color, como si de un perfecto puzzle se tratara. De aquellas otras bañadas en un color uniforme que aun nos deja disfrutar de la textura del ladrillo y su relieve.
Las ventanas se caracterizan por su simetría y estilo alargado, muchas de ellas enmarcadas en madera pintada de blanco y rematadas con frisos de piedra tallados en la pared. Encontramos pequeñas decoraciones escultóricas de estilo clásico que a su vez consiguen que las fachadas más diferentes que presentan un estilo renacentista y sencillo encajen a la perfección.
Sin duda alguna lo que más me llama la atención de esta ciudad, es como estilos arquitectónicos y técnicas tan diferentes se ensamblan a la perfección generando una armonía basada en la variedad, peculiaridad y singularidad de cada una de sus formas.
Mi nombre es Luna, tengo 20 años y vivo en Madrid. En general soy una apasionada de la vida, de los viajes, el arte, la música, el baile, el surf, el mar, la escalada… todo lo que suponga una aventura para mí siempre será un SÍ.
Este semestre mi aventura comienza fuerte: me he mudado a Brujas ¡La ciudad de ensueño! Y aunque apenas lleve aquí una semana, os puedo asegurar que así es. Todas las calles están bañadas de un aura especial, casi mágica.
Recuerdo una de las primeras noches aquí, entre las vacaciones y la lluvia las calles estaban vacías. Paseando a la luz de las farolas, sentí como si me transportara a otra era… Los suelos empedrados, el musgo creciendo por las paredes de una gran iglesia gótica, cuyas vidrieras relucían con luz propia. Todo parecía salido de un precioso y enigmático cuento medieval.