Muchas son las historias y leyendas que transcurren en Amberes y, como todas las leyendas, siempre hay varias versiones de la misma historia, lo que les da ese toque de misterio que tanto gusta.
Una de las leyendas que más se conoce y mas se confunde con otras es la de Lange Wapper.
Lange Wapper es parte del folklore flamenco, muy concretamente del amberino (o antuerpiense, me gusta esa palabra). No se conoce bien su forma, muchas son las historias que hablan de él, pero en todas ellas acaba siendo una figura gigante, con grandes piernas que le permiten cruzar el rio en un paso, así como cambiar de forma a voluntad. Os contaré algunas de ellas.
Cuenta la leyenda que, en Wilrijk en el siglo 16, un granjero encontró una enorme planta de perejil y una col en su cama. Al tocarlos se transformaron en un bebé adorable pero, al no ser capaz de cuidarlo lo dio en adopción a una familia de Amberes. Años después este bebé se dedicó a ayudar a las gentes de la ciudad y, tras ayudar a una anciana que había sido arrojada al río Escalda, ésta se lo agradeció con un don: la capacidad para cambiar de forma a voluntad. De esta forma, el joven sería capaz de hacerse tan alto como quisiera y cruzar de ciudad en una sola zancada. Tanto le gustó al joven su aspecto de gigante que las gentes acabaron por llamarlo Lange Wapper, “el gigante en movimiento“. Finalmente el chico terminó convirtiéndose en un espíritu de agua, viviendo cerca del mar, ríos o canales. Desde ese momento, Lange Wapper se dedica a perseguir a los borrachos, engañarlos y asustarlos a veces hasta la muerte, tras lo que se escuchaba una carcajada demoniaca.
Existía en Amberes un lugar donde las mujeres podían abandonar a sus hijos cuando no eran capaces de hacerse cargo de ellos. Stans van ‘t Gansken, una falsa madre, se escondía allí para ver quién abandonaba niños y, tras ello, presionar a las madres para que le pagasen por guardar su secreto. Todo el mundo le pagaba por ello. Un día, Lange Wapper se transformó en un bebé abandonado en las escaleras de la casa de Stans van ‘t Gansken. Ella no quería recogerlo en un principio pero, tanto y tan alto lloraba el bebé que no le quedó otro remedio. Tras recogerlo pensaba abandonarlo en cualquier esquina y, con el en brazos corrió todo lo que pudo para deshacerse de él lo más rápido posible. Pero a medida que corría el bebé cada vez pesaba más y era mas grande. Sus pies llegaron a tocar el suelo, se agarraba a su cuello y ella no era capaz de cargarlo. Pensaba que iba a morir y trató de soltar al niño pero ya no era un bebé, era Lange Wapper y le dio un golpe que la mujer nunca olvidaría. Aprendió la lección y, desde entonces, nunca más volvió a chantajear a las madres que abandonaban a sus hijos.
Cuenta otra leyenda que siglos atrás los bosques de Amberes estuvieron llenos de demonios, goblins y criaturas malignas. Tantos problemas provocaban que los vecinos organizaron una cacería, reclutando monjes y armándose con campanas, libros, velas e iconos de la Virgen María. Así consiguieron exorcizar a todos los monstruos y limpiar los bosques de ellos mandándolos al mar.
Pero los vecinos no miraron en el agua. Una criatura escapó y esperó en silencio a que toda la gente se fuera, resguardándose en los canales de Amberes e incubando su resentimiento contra la humanidad: ese era Lange Wapper, un espíritu capaz de cambiar de forma a voluntad, sin una apariencia o tamaño definidos. Podía ser tan grande como un edificio o tan pequeño como un bebé. Sus piernas le permitían cruzar el rio, caminando en el agua, atravesar enormes distancias en un segundo; pero también podía mirar a través de las ventanas y asustar a los vecinos. Sus extraños movimientos, dadas sus enormes y delgadas piernas, le dieron el nombre de Wapper, palabra que significa en Dutch antiguo “balanceo” pero también “hombre gigante”.
Tanto era su resentimiento que utilizó sus poderes cruelmente contra los vecinos de Amberes. Podía aparecer como gatito abandonado, un perro asustado, una monja, un hombre rico, una mujer o un mendigo… Nadie podría sospechar de alguien mas que de otro alguien. Pero su forma preferida era la de un bebé recién nacido, llorando en la calle. Cuando alguien lo recogía, rápidamente empezaba a aumentar de tamaño y peso hasta que lo soltaban asustados, momento en que salía corriendo de vuelta al canal dejando tras de sí una risa demoníaca. Pero especialmente le gustaba que lo recogiesen madres de recién nacidos, ya que le encantaba la leche materna. Así, les robaba la leche antes de escapar. Además se encargaba de retrasar a las matronas o los médicos cuando una mujer iba a dar a luz a un bebé.
Una vez, Lange Wapper se convirtió en una mujer que vivía cerca de Groenplaats y se veía con 4 pretendientes el día en que los 4 pensaron pedirle matrimonio. Cuando llegó el 1º, Lange Wapper accedió a casarse con una condición: “sólo me casaré si vas al cementerio de Notre-Dame y te cuelgas de la cruz, hasta la media noche”. Al 2º le dijo: “Claro, pero solo si vas al cementerio de Notre-Dame, coges un ataúd, lo llevas al crucifijo y te metes dentro hasta la media noche”. El 3º, al pedir matrimonio recibió como condición “llamar 3 veces a la tapa del ataúd que hay en frente de la cruz del cementerio de Notre-Dame”. Y el 4º tendría que “cargar con una cadena de metal y correr alrededor del crucifijo 3 veces”. Todos accedieron y, debido a ello, todos murieron: el 1º murió de miedo cuando vio al 2º arrastrarse dentro del ataúd. El 2º tuvo un infarto cuando el 3º llamó a la tapa del ataúd. El 3º, al escuchar las cadenas de 4º, pensó que se acercaba la muerte y murió. El 4º, desconcertado, fue a contarle a la mujer (la real esta vez) lo que había pasado. Al escucharlo, la mujer se suicidó. El 4º amante se volvió loco y se dirigió al Escalda, donde se arrojó y murió.
Todo esto divertía a Lange Wapper. Pero también le gustaba jugar con los niños, transformándose en uno para ello. Pero Lange Wapper no podía resistir su costumbre de gastar bromas, y terminaba los juegos con alguna.
Tristemente para Lange Wapper, Amberes fue cambiando. Los canales se hicieron mas modernos y para él, que vivía en ellos y cerca del agua, fue algo molesto. Además, poco a poco el mundo se dio cuenta de que el mayor miedo de Lange Wapper era la Virgen María. Así fue que las imágenes de la Virgen María empezaron a aparecer por todas las esquinas de la ciudad, imágenes que aún hoy podemos ver. [Algunos cuentan que si en la esquina de tu casa ponías la estatua de una virgen, el gobierno de la ciudad te regalaba una farola. ¿Qué mejor forma de tener iluminación en tu calle?!]
Con todo esto, Lange Wapper no podía vivir en los canales ni pasear por la ciudad, en todas las esquinas acechaban imágenes de la Virgen. Hoy, hace tiempo que no sabemos nada de Lange Wapper. Quizá haya vuelto al mar, a esperar antes de poder volver.
Podemos encontrar una estatua de Lange Wapper frente al castillo de Steen donde, en su pared, existe una imagen de un dios antiguo de la fertilidad. Se decía que éste imagen tenía un pene tan grande que los Jesuitas decidieron cortárselo porque les parecía algo impuro. Hoy en día, ambas historias se mezclan y hay quien cuenta que la estatua de Lange Wapper tuvo un día un pene gigantesco. Nos os equivoquéis, Lange Wapper podía cambiar su forma a voluntad, pero su estatua no.
Hoy en día, existen asociaciones de estudiantes en Flandes cuyo icono es Lange Wapper. El mismo que jugaba con niños y perseguía borrachos. Quizá os lo crucéis en vuestro #erasmusamberes o #erasmusenflandes.
Referencias: