Como ya sabéis, me encanta viajar, por lo que siempre que puedo visito un lugar nuevo. Estando de Erasmus en Amberes, estoy descubriendo toda Bélgica y Flandes, tanto sus ciudades más importantes como los lugares más desconocidos. El otro día os hablé de Lier, una ciudad pequeña pero preciosa a 15km de Amberes, y hoy os voy a hablar de otra de las joyas escondidas de Flandes, Malinas.
Malinas está a 25km de Amberes, por lo que puedes ir en tren en menos de 20 minutos, o incluso en bicicleta, ya que hay una ruta con carriles bici que conectan estas dos ciudades y que podrás encontrar en FietsNet.
Nada más llegar, en vez de ir directamente hacia la Grote Markt, nos desviamos un poco para ir al Kruidtuin, el parque más grande de Malinas. Este se encuentra al lado del río, y cruzamos por un puente, sobre el que descubrimos uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Se trataba del Volmolen, un antiguo molino de agua de madera, que controlaba el nivel de agua del río Dijle.
Ya en el otro lado, descubrimos un paseo que recorría el parque. Es muy bonito ya que contiene 250 especies de plantas diferentes y además está rodeado de agua, ya que al lado está el río, pero también hay un canal y un lago preciosos.
Salimos del parque, continuando por el paseo que va a orillas del río, el cual está al nivel de la ciudad, pero también hay tramos en los que puedes ir al nivel del agua. Es precioso pasear por estas plataformas flotantes, ya que caminas literalmente por el río, pasando por debajo de los puentes y descubriendo todos los edificios que dan hacia él.
Continuamos por ahí hasta que nos acercamos al centro, por lo que nos alejamos del río y nos adentramos por las calles de Malinas. Antes de llegar a la Grote Markt, pasamos por una calle que me enamoró, todos los edificios que la formaban, eran casas típicas flamencas con unas fachadas preciosas.
Al final de la calle se encontraba la oficina de turismo, por lo que entramos y conseguimos unos mapas para seguir explorando Malinas. Nada más salir, nos encontramos con la hermosa Grote Markt, con sus casas gremiales y su ayuntamiento. Este es totalmente atípico ya que está formado por tres edificios totalmente diferentes: el gremio de fabricantes de paño, el campanario y el Palacio del Gran Consejo.
Desde la plaza, se puede contemplar la impresionante Catedral de San Romulado, construida entre 1225 y 1519, de estilo gótico. Lo que más destaca es su torre, la cual mide 97 metros, se pretendía que llegase a los 160 metros pero la falta de presupuesto hizo que se detuvieran las obras. Lo más bonito es subir hasta arriba y contemplar las vistas, ya que se ve el Atomium de Bruselas y la Catedral de Amberes.
Al salir de la catedral nos dirigimos hacia el norte, donde se encuentran los dos beguinajes de Malinas. El Klein Begijnhof, el pequeño beguinaje, fue el primero de la ciudad, construido en 1256 dentro de las murallas de la ciudad. A pesar de ser muy pequeño, es muy bonito pasear por sus estrechas calles y descubrir su tranquilo jardín.
El Groot Begijnhof, el grande, se comenzó a construir en 1595 y actualmente es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Además de sus pequeñas casas, también hay un convento y una iglesia barroca, la iglesia de Santa Catalina. Lo que más me gustó fue que en las puertas de las casas tenían ramilletes, lo que le aún le daba más encanto al lugar.
Ya volviendo hacia la estación, paseando por el río, nos encontramos, la que para mí es la postal más bonita de Malinas, tres casas típicas flamencas preciosas, cada una de un color.
A pesar de no ser una ciudad muy conocida, Malinas es una ciudad muy bonita y sin duda merece la pena visitarla, así que anímate y escápate a verla, en tren o incluso haciendo una excursión en bici.
Soy una de las 7.500 millones de personas que vive en el mundo. Una a la que le encantaría descubrir todo lo que hay en él, ya que me apasiona viajar y conocer todo aquello que me rodea. Además, viajar me permite disfrutar otras de mis pasiones, la gastronomía y la arquitectura.
Mi aventura en esta ciudad no empieza aquí, comenzó el 17 de septiembre, y, desde entonces ha sido un no parar de descubrir, de ver, de viajar, de aprender, de fotografiar, de sentir, de vivir…
Después de casi 5 meses viviendo en Amberes, espero que mi experiencia pueda serviros de ayuda tanto a los que vais a venir, como a los que ya lleváis aquí un tiempo como yo, dado que, a pesar de haber conocido gran parte de esta maravillosa ciudad, siempre hay cosas nuevas que descubrir, pero también, otras ya conocidas que redescubrir.