Fin de Abril. Mes de nostalgia.
Una pandemia como la que estamos viviendo quita vidas, planes e ilusiones. Por si fuera poco, nos estamos viendo obligados a sobrellevar todo esto de manera inesperada. Lo que un virus no sabe, pero una sociedad sí ha de saber es que…
TODO LLEGA. Y TODO PASA.
Y cuando, por fin, todo vuelva a la normalidad, debemos retomar esos planes e ilusiones con más ímpetu que antes. Al fin y al cabo, se lo debemos a los que ya no pueden hacerlo. Así pues, cuando todo acabe, pienso montarme en cada uno de los trenes de Bélgica. No me dejaré ni una calle por recorrer, ni una pizca de arte por descubrir. Pienso comer, comer mucho y hablar por los codos. Pienso ver mar, pisar barro y rodar con mi bici. Pienso enmendar esa nostalgia que ahora tengo. Y pienso dejar de pensar.
Pero hasta entonces, toca resignarse. Eso sí, siempre mirando el lado positivo. Por ejemplo, ahora uno puede centrarse más en los estudios y recuperar ese plus de responsabilidad que a veces nos ha faltado. De hecho, la Universidad de Gante nos está ofreciendo a los estudiantes opciones varias para cumplir con su buena labor educativa, siempre priorizando la salud de todos. También, el confinamiento es una fuente de inspiración para todo aquel que tenga un pequeño artista en su interior, y los museos ayudan a que ese arte salga y vea mundo. El S.M.A.K de Gante, por ejemplo, propone varias iniciativas como esta o esta otra. Por no hablar del deportista de élite que les ha salido a muchos de sus mismísimas entrañas en estos tiempos.
En fin, os estaría mintiendo si os dijera que este no ha sido un mes raro. Pero estoy convencido de que las rarezas de la vida acaban haciéndonos más fuertes y, al final, más felices.
El preámbulo se alarga. Tendremos, entonces, que alargar también la historia.
OS ESPERO EN EL PRÓXIMO POST: El famoso más actual nacido en Gante
Os invito a este extraño lugar. Aunque las visitas no son frecuentes, haremos de esta ocasión la excepción que confirma la regla. Bienvenidos a mi cabeza.
Seguidme, os llevaré a un sitio muy especial. Normalmente, tras esta puerta pintada de colores, uno puede toparse con espaguetis flotantes, junglas de pingüinos o ciudades invisibles… A decir verdad, la mayoría de las veces, ni siquiera yo mismo estoy seguro de lo que me espera al girar el pomo. De todas formas, hoy podéis estar tranquilos. Hoy sí sé lo que hay al otro lado:
Al otro lado está Gante. Y sus calles adoquinadas, clones en bici, música abstracta, dinosaurios, idiomas alienígenas, hechizos y, dentro de esta normalidad, infinidad de locuras.
Lo más seguro es que si os dejase sueltos por este lugar, acabaríais majaras. Como no queremos eso, os lo voy a enseñar poco a poco, durante cinco meses.