Podemos tener mil fotos del ayuntamiento de la Grand Place. Podemos ser capaces de crear una maqueta 3D con cada pequeño detalle de esa torre infinita gracias a todas esas imágenes suspendidas en el tiempo y hasta identificar qué partes son más blancas que otras. Podemos hacer zoom en cada bola del árbol de Navidad, y buscar la foto más general con nuestros amigos en chiquitito para que se pueda ver toda la plaza.
Podemos medir el punto idóneo desde el cual el Manneken Pis está en el perfecto centro de esos seis cuadraditos de la pantalla de la cámara, poner el temporizador mientras saltamos en Mont des Arts para salir suspendidos en el aire, o inmortalizar cada uno de los escaparates de las Galerías Reales de Saint-Hubert.
Podemos hacer todas esas fotos y, sin embargo, ninguna de esas imágenes será realmente lo que recordemos de Bruselas.
Lo que se queda de verdad, lo que nos hace sentir que hemos estado en un sitio en cuerpo y alma, es eso que hay antes de cada una de esas paradas obligatorias. El camino. Ser capaces de dar direcciones si nos preguntan el Neuhaus más cercano: «Imagínate que estás mirando de frente al ayuntamiento, pues lo tienes a mano derecha, en la zona del Starbucks pero dirección al Teatro de la Moneda».
Es justo ahí, en esos lapsos en forma de calle y tiendas aleatorias entre maravilla arquitectónica y maravilla escultórica donde encontramos la verdadera esencia de una ciudad; y lo que recordaremos y echaremos de menos cuando ya no estemos en ese suelo. La sensación de saber que tus ojos se están posando en las mismas fachadas que los ojos curiosos de algún repartidor de pan siglos atrás; y que tus pies se adhieren a los mismos adoquines con los que una vez alguien tropezó al ir al curandero.
Sin embargo, si buscamos fotos de un lugar, encontraremos principalmente las atracciones turísticas; y es que muchas veces esos caminos no se muestran explícitamente porque prima ese gran monumento que nos espera al final de ese camino de emociones.
Por eso, hoy os traigo un vídeo en el que recopilo no solamente algunas de las grandes maravillas de Bruselas, sino también ese momento previo a llegar a ellas. Porque es ese camino y esa esencia lo que realmente se nos queda:
¡Muy buen día, caminantes!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…