Los gremios, asociaciones de personas que desarrollaban un mismo empleo, tales como pañeros, barqueros, pescadores…con una serie de características comunes, en particular su organización en maestro, oficiales y aprendices, y la adoración a su santo patrón.
Los gremios, como organizaciones tan jerarquizadas, necesitaban de espacios propios de reunión, que son las famosísimas casas gremiales que constituyen uno de los ejes de la arquitectura flamenca. Estas casas son fácilmente reconocibles por sus tejados en escalera, así como por la distribución de sus ventanas, que se van haciendo más pequeñas de abajo a arriba en representación a la jerarquía gremial. Además, las casas nos arrojan pistas sobre el gremio que las ocupaba, y que podemos encontrar en las agujas doradas que poseen, o en algún detalle de su fachada.
Pero hoy no vamos a hablar de arte, arquitectura ni historia…bueno, de historia sí. Y es que los gremios son, en gran parte, culpables de que Gante sea la ciudad que conocemos hoy. Las asociaciones gremiales esculpieron más el tejido urbano que las tramas políticas y las guerras de tronos, aunque fueran estas últimas las que hicieron que la ciudad de las tres torres acabara con un tamaño medio, y no siendo una gran capital europea.
¿Por qué Gante se convirtió en una ciudad tan próspera en la Edad Media? ¿Cuánto poder tenían realmente los gremios? Ambas preguntas comparten una misma respuesta: la independencia y la rebeldía de la que los ganteses siguen haciendo gala. Una ciudad medieval que no está sujeta a los caprichos de su gobernador de turno, es una ciudad que puede crecer, y eso es lo que pasó aquí: a cambio del pago de impuestos, los gremios ganteses (especialmente los mercaderes) pudieron establecer la ciudad más o menos a su gusto, permitiendo un crecimiento que pudiera ser comparable al de Dubái en los últimos 50 años -en cifras del siglo XIII, claro-.
Los gremios, especialmente sus maestros, eran conscientes del poder que ejercían sobre el desarrollo y funcionamiento de la ciudad, y precisamente esa conciencia es la que les motivó a buscar representación en el poder civil de la ciudad. Este es un paso que puede parecer intrascendente, pero realmente es uno de los primeros ejemplos de cierta democratización en una ciudad europea dos milenios tras la Grecia clásica.
Así, a finales de la Edad Media se convoca en Gante a los maestros de diversos gremios en una suerte de pre-democracia, donde, aunque en teoría estaba representado parte del estado llano, los intereses del pueblo como tal aún distaban de ser reconocidos. Entre 1360 y 1380 en la gobernación de Gante se constituyó el Mando de los Tres miembros del Consejo, siendo uno elegido por los ciudadanos – no confundir con habitantes-, otro por los tejedores, y el último por los gremios más pequeños.
Esta importancia de los gremios no siempre fue positiva: así, en 1379 ocurrió una rebelión en la que el gremio de mercaderes tuvo gran importancia. Debido a los intereses de Francia sobre la región, se estaba construyendo un canal entre Brujas y el río Lys, que amenazaba el poder comercial de Gante. La revuelta, que acabaría escalando y convirtiéndose en parte de la Guerra de 100 Años entre Francia e Inglaterra, comenzó con mercaderes armados con martillos contra los albañiles, que se defendían como podían.
Ya en el siglo XV, Felipe de Borgoña se fijó en Flandes como joya de la corona, y su hucha particular. Por ello, comenzó a imponer impuestos indirectos sobre las ciudades flamencas, ya que los impuestos directos podían ser rechazados por los maestros gremiales. En esta situación, la solución más lógica que encontró fue destituir a estos maestros de sus puestos en el gobierno de la ciudad. La medida no salió bien, ya que estos fueron sustituidos por claros oponentes al duque Felipe, y el conflicto escaló en intensidad.
En 1451, los gremios convocaron una huelga general (parece mentira que estemos hablando de la Edad Media, ¿verdad?), seguida por una revuelta popular. La asamblea popular que se originó consiguió conquistar pequeñas zonas de los Países Bajos, así como el apoyo de alguna ciudad dependiente del comercio gantés. Gante se enfrentó en guerra con el Ducado de Borgoña, para que os hagáis una idea de hasta dónde llegó el poder gremial y su influencia en la ciudad. ¿El resultado? Tras uno de los bombardeos más importantes de la Europa medieval, un par de errores y de traiciones, Gante se rindió. Pero no por mucho tiempo, ya que menos de un siglo después la ciudad se rebelaría contra Carlos I.
Hoy, los únicos testigos de estas historias que quedan son las maravillosas casas gremiales. Un placer escribir para vosotros.