Ayer os explicaba cómo la historia había golpeado Sint-Geertruikerk, destrozando su torre y la mayoría de las obras de arte de su interior, y comentaba que no sólo la iglesia había sido afectada: otros muchos edificios antiguos de Lovaina comparten experiencias similares.
También es el caso de uno de los edificios más visitados y más espectaculares de la ciudad: la biblioteca de la universidad. Si has paseado por el centro, cerca del Sint-Donatuspark, seguro que la has visto, aunque es posible que no la hayas reconocido por fuera, puesto que las fotos que solemos ver son del interior. Aun así, eso ni mucho menos quiere decir que no sea un edificio digno de admirar desde el exterior, especialmente su fachada principal, en Monseigneur Ladeuzeplein.
La Universiteitsbibliotheek presenta una apariencia muy diferente a la de otros edificios históricos de Lovaina. De hecho, hay quien dice que es el edificio más americano de Europa. ¿Pero qué hace el edificio más americano de Europa en Leuven? Como he dicho anteriormente, la biblioteca tiene un pasado histórico muy interesante, aunque no sea por hechos agradables, sino más bien por varias catástrofes.
La primera de ellas se remonta a 1914, durante la Primera Guerra Mundial, cuando un gran incendio calcinó gran parte del centro de la ciudad, incluida la biblioteca de la universidad, ubicada entonces en el vestíbulo de la sede central de dicha institución educativa, en Naamsestraat. El incendio, presuntamente provocado por el ejército alemán, que por aquellos días ocupaba Lovaina, destruyó una de las bibliotecas más importantes de Europa.
El desastre histórico-cultural ocurrido en Lovaina llamó la atención de dirigentes internacionales, algunos de los cuales se acercaron a visitar lo que las llamas dejaron con vida. Tal y como se puede observar en una de las fotografías de la exposición de la torre de la biblioteca, se colgó una pancarta con una frase en francés: “Ici finit la culture allemande”, que contenía oculta, en números romanos, la fecha de la catástrofe (1914).
Después de la Guerra fue conveniente recuperar la biblioteca de la universidad. Con ese fin, más de 25 países aportaron grandes cantidades de libros, incluido Alemania, obligada a ello según el Tratado de Versalles. Pero, además de los libros, hacía falta un sitio donde almacenarlos: un nuevo edificio.
Este nuevo edificio, el que podemos visitar actualmente, fue sufragado prácticamente en su totalidad por Estados Unidos, y tiene inscritos todos y cada uno de los nombres de las personas que aportaron dinero para su construcción. La nueva biblioteca, aunque sufrió grandes daños durante la Segunda Guerra Mundial (en 1940, en un incendio que se desconoce si fue provocado por el ejército alemán o el británico), ha persistido hasta nuestros días.
Es interesante el gran simbolismo político oculto (o no tan oculto) en la biblioteca, de estilo renacentista flamenco, y diseñado por un arquitecto americano, Whitney Warren. En la fachada principal podemos observar una Virgen María con indumentaria bélica: con una mano sostiene a Jesús, y con la otra una gran espada que quita la vida a una águila, símbolo del Estado alemán. Tres bustos presiden la fachada: se trata del Rey y la Reina de Bélgica y su hijo primogénito, los jefes del Estado belga en 1914.
La torre, de base cuadrangular, cuenta con cuatro relojes, uno en cada cara. A diferencia de los relojes convencionales, los relojes de la biblioteca no tiene números, sino estrellas. 48 estrellas en total, que simbolizan los estados que tenía Estados Unidos en el momento de la construcción del edificio; también 48 metros de altura, que para nada son casualidad. ¿Entiendes por qué es el edificio más americano de Europa?
En la parte más alta de la torre, un carrillón, un instrumento típico de los Países Bajos, compuesto por campanas y tocado, aún en la actualidad, manualmente. El carrillón original contenía (también) 48 campanas, un número cargado de simbolismo pero insuficiente para ser un carrillón: los carrillones en Bélgica estaban generalmente formados por 49 campanas.
Esa cuadragésimo novena campana fue añadida en 1983, junto con otras más, hasta llegar a las 63. En aquel momento el carrillón de Leuven se convirtió en el más grande de Europa. Sin embargo, los berlineses y berlinesas superaron el récord unos años más tarde, y pueden escuchar en 2018 el sonido de 68 campanas.
Personalmente, nunca he experimentado nada igual a lo que viví durante mi visita a la biblioteca: el primer concierto de carrillón me puso los pelos de punta. Si aún no has visitado el edificio, debes hacerlo. Existen tours guiados, aunque siempre puedes visitarlo por tu cuenta.
Te recomiendo que, si puedes, escojas un martes o un jueves por la tarde: a las 19h, el hombre que toca el carrillón ofrece un concierto de 45 minutos. Puedes escucharlo desde la plaza, pero también puedes disfrutar de la experiencia desde dentro de la torre por el precio de 5€ por persona e, incluso, proponerle algunas canciones para el concierto, previo envío de un correo electrónico.
No te engaño si te digo que te dejará con la boca abierta. Espero que este vídeo sirva para acabarte de convencer de por qué debes visitar la biblioteca y su torre.
Un saludo,
Alejandro
Me llamo Alejandro Caravaca Hernández, y seré el corresponsal de Turismo en Flandes y Bruselas en Lovaina durante el primer semestre del curso 2018/2019. Ya me iréis conociendo poco a poco (nos esperan 5 meses por delante) pero, a modo de presentación, os explicaré brevemente quién soy y qué espero de mi experiencia en Lovaina.
Nací en noviembre del 1997, hace poco menos de 21 años, y vivo en Montcada i Reixac, un municipio de la periferia de Barcelona. Estoy estudiando 4º de Pedagogía (por si alguien se lo estaba preguntando, no es lo mismo que podología ni que logopedia) en la Universitat Autònoma de Barcelona, una de las universidades públicas catalanas. Me considero una persona activa y sociable, y participo en iniciativas socioculturales del municipio donde vivo, además de ser representante estudiantil en mi facultad. Entre mis hobbies destacaría el teatro: formo parte de un grupo de teatro amateur en Montcada i Reixac. De hecho, hace unos meses estrenamos un musical basado en la película Moulin Rouge, en el que pude interpretar el papel del antagonista, “el Duque”.