Existe un local en Lovaina que desde que llegué me llamó particularmente la atención: la cervecería Domus. Además de ser un lugar con gran encanto donde poder disfrutar de una buena comida o cena con tu gente esta cervecería se caracteriza porque allí mismo hacen su propia cerveza. Junto al edificio que alberga el gran local de la propia cervecería existe otro donde están las tolvas y los barriles de su cerveza, los cuales están conectados directamente con la barra del bar, de modo que siempre tienes una cerveza recién hecha, fresca y diferente que te llega directamente de la bodega. Y doy fe de que está bien rica.
Esta cervecería, que abrió en 1985, se encuentra en pleno centro de Lovaina, en la calle Tiensestraat, 8. Ocupa toda la esquina de un antiguo edificio, entre bar, restaurante y bodega donde se hace la cerveza, y se puede entrar por cualquiera de las dos calles que hacen confluencia en dicha esquina, lo que da idea de su tamaño. Dentro te encuentras un gran local preparado con muchas mesas donde dar de comer, y desde él puedes llegar a la zona de elaboración de la cerveza. El ambiente es siempre muy agradable, siendo uno de los lugares favoritos tanto de la gente del lugar como de los forasteros. De hecho hay fines de semana en que necesitas algo de suerte para encontrar sitio, grande y todo como es. Y si tienes la intención de ir con mucha gente tienen un reservado especial con cocina para fiestas privadas, recepciones, cenas de a pie, cenas de grupo… Esta sala la puedes reservar para un mínimo de 16 personas.
En Domus hacen dos tipos de cerveza, una rubia pilsen llamada “Con Domus” y otra ámbar llamada “Nostra Domus”, algo más fuerte que la primera. También en determinados momentos preparan cervezas especiales según la estación, como la “Nen Engel”. Pero para probar a gusto esta cerveza propia del lugar lo mejor es hacer una visita de grupo. En Domus se pueden concertar visitas privadas para conocer la historia y todo lo relacionado con la cervecería para grupos de 8 personas. En estas visitas, además de conocer con más profundidad el local podrás probar las cervezas y te dan al finalizar un pequeño menú de degustación.
Desde que la vi al poco de llegar me gustó su decoración y me impresiono su tamaño, y quise visitarla. Más tarde tuve la oportunidad de ir con amigos y me encantó la comida, la cerveza y el trato. Y lo mejor de todo es que no es precisamente cara, y por un precio muy asequible puedes disfrutar de una gran variedad de platos, desde desayunos hasta bocadillos, ensaladas, pastas, postres… y todo tipo de comidas tradicionales flamencas. En especial recomiendo las alitas de pollo, servidas picantes o sin picar, bien crujientes y, claro está, con patatas fritas. ¡Además te las sirven de 20 en 20, para que no te quedes con hambre! Sin duda un lugar muy recomendable, bonito y agradable. Si lo llegáis a conocer espero que os guste tanto como a mí.