Hablar de Oude Carolus, de carrillones, de apagalunas o de relojes es hablar de Malinas. Una ciudad que destaca por su buena localización geográfica en pleno centro de Bélgica, por la calidez de sus gentes, por su espíritu innovador y su gusto exquisito en lo referido al oro belga: la cerveza.
Malinas es un “must” para todo aquel que quiera conocer Bélgica más allá de los abarrotados centros turísticos. Una ciudad pequeña pero cosmopolita que, debido a su cercanía con la capital belga, acoge sus últimas tendencias y multiculturalidad sin perder el característico espíritu típico de cualquier ciudad flamenca. En el post de hoy vamos a resumiros qué no podéis perderos de Malinas.
Ruta arquitectónica e histórica
La ruta arquitectónica en una de las seis ciudades del arte de Bélgica es indispensable. Desde la Torre de San Rumoldo hasta el Palacio de Margarita de Austria, sin pasar por alto las múltiples iglesias como Nuestra Señora del Dijle y San Juan o sus dos beaterios, Malinas se sitúa en todo el territorio belga como un referente cultural, histórico y arquitectónico.
Pero si por algo destaca esta pequeña ciudad es por la Catedral de San Rumoldo, construida en honor al misionero y patrón irlandés Rumoldo de Malinas, quien murió martirizado por dos malineses allá por el siglo VIII. La construcción del edificio comenzó en el 1200 alargándose durante tres largos siglos. Su torre, que constituye el edificio más representativo de toda Malinas, no alcanzó los 97,50 metros actuales hasta el 1520.
En el interior de la torre, podemos encontrar explicaciones detalladas del cuarto de poleas, la forja, la sala de campanas con seis de tono bajo que datan desde el 1491 hasta el 1947 y reciben nombres propios tan curiosos como Karel, Libertus, Salvator o Rumoldus o la sala del reloj. Aunque una especial parada en los más de 500 peldaños que componen esta torre merece la antigua sala del carrillón debido a la importancia que tuvo el regulador eléctrico, invención del malinés Louis Michiels, para indicar la hora de forma exacta.
Además, no fue el invento de Michiels lo único que dota de espíritu innovador a esta sala, también el hecho de que la primera Real Escuela de Carrillón del mundo diese sus primeros pasos tras estos muros gracias a Jef Denyn, uno de los carrillonistas más alardeados actualmente que consiguió hacer de su escuela única y conocida mundialmente. Aunque sin lugar a dudas, si de algo puede presumir la Torre de San Rumoldo es de vistas, con una panorámica que abarca todo Malinas y su entorno, el puerto de Amberes y, si el tiempo lo permite, incluso el Atomium de Bruselas.
Por último, no podéis abandonar Malinas sin disfrutar del impresionante edificio del ayuntamiento, formado por la Nave del Paño y el Palacio del Consejo Superior y la Grote Markt, bañada por restaurantes, cervecerías y casitas al verdadero estilo flamenco.
Cervecerías y restaurantes
Malinas cumple como capital belga y productora por excelencia de buena cerveza ofreciendo un clásico: Gouden Carolus. Se trata de una cerveza de alta fermentación que debe su nombre al emperador Carlos V, amante de una marca que data del siglo XIV. Entre las seis variantes de Gouden Carolus, cabe destacar la Classic, con una alta densidad de mosto, la Tripel y la Ambrio. ¿Dónde debo probar el producto estrella de Malinas? Por supuesto en la cervecería Het Anker, productora original y uno de los lugares más históricos del país con nada más y nada menos que siete siglos de antigüedad.
Y si el hambre aprieta no desesperéis, justo al lado de la Catedral se sitúa la hamburguesería mejor puntuada por malineses y turistas en las redes sociales: Il Cardinale, que por no más de 10€ sirven hamburguesas con pan sin gluten y siempre acompañadas de su inseparable amigo belga: las patatas. Además la terraza con vistas al parque y a San Rumoldo es ideal para estos días primaverales y el servicio, excelente.
Museos
Malinas debe su gran popularidad a la industria textil, base de su economía durante la Revolución Industrial. Prueba de ello es la Fábrica Real de Wit, creada en el 1889 y siendo el primer lugar de restauración de tapicerías tanto para museos como para clientes privados. La fábrica ocupa el edificio histórico del Refugio de la Abadía de Tongerlo y ofrece la posibilidad de contemplar cada tapiz y descubrir las historias que se ocultan tras sus diseños.
Aunque si lo tuyo es la historia contemporánea, Malinas también vivió de cerca los grandes conflictos del siglo XX y así nos lo cuenta Natan Ramet desde el Kazerne Dossin, un sobreviviente de Auschwitz que consiguió hacer de este cuartel militar convertido en centro de deportación entre el 1942 y 1944, un Memorial, Museo y Centro de Documentación sobre el Holocausto y los Derechos Humanos. Actualmente cada 30 mayo se recuerda en sus instalaciones a las más de 24.000 víctimas del odio humano que partieron desde el cuartel Dossin sin poder volver nunca.
Curiosidades y leyendas
¿Qué sería de una ciudad flamenca sin un largo historial de leyendas? Quizá sea difícil imaginar que el gentilicio popular de los malineses sea “apagalunas”, y es que en 1687 todo el pueblo de Malinas tembló temiendo un nuevo incendio en la torre de San Rumoldo. La respuesta fue rápida y pronto cientos de personas se agolparon con cubos de agua para extinguir el incendio en la Catedral, sin embargo, al poco de abrirse la luna entre las nubes, el resplandor rojizo desapareció de la torre avergonzando a los malineses que intentaban apagar la luna. Apenas unas horas pudo mantenerse el secreto y hasta el día de hoy a sus habitantes se les conoce como apagalunas.
El Groen Waterke es otro de los lugares curiosos de la ciudad, un arroyo de un verde llamativo y chichón a causa de las lentejas de agua. Este remanente del arroyo Melaan finalmente no se soterró y a día de hoy nos ofrece unas vistas únicas donde el verdor contrasta con el rojizo de los ladrillos y el azul del cielo. A pocos metros del Groen Waterke se abre un callejón que durante siglos sirvió cono refugio de los feligreses quienes, tras la misa en la iglesia de San Juan (que queda al final de la calle) solían ponerse al día con los últimos cotilleos de la ciudad o simplemente aprovechar la intimidad que aporta esta curiosa calle para charlar. Es por esto que la calle recibe el nombre de Klapgat, que en flamenco deriva de “charlar”.
Precios
Torre de San Rumoldo: 8€ adultos, 3€ jóvenes menores de 26 años
Manufactura Real de Wit: 8€
Kazerne Dossin: 10€ adultos, 4€ jóvenes menores de 21 años
Horarios
Torre de San Rumoldo
Todos los días de 13 a 18
Sábados de 10 a 18
Manufactura Real de Wit
Sábados de 10:30 a 12:30
Kazerne Dossin
Cerrado miércoles
De lunes a viernes: de 9 a 17
Sábados y domingos: de 9:30 a 17
¡Os esperamos en Malinas!