¡Hola de nuevo!
Pasear por Bruselas es una de mis cosas favoritas desde que estoy aquí, y cada vez que decido recorrer alguna zona que me resulta desconocida, acabo llevándome sorpresas como la que os traigo en este post: hoy visitamos la iglesia de San Servacio (Sint-Servaaskerk en neerlandés).
Al lado de una de las arterias principales de Schaarbeek, la Koninklijke Sinte-Mariastraat (calle Real-Santa María), que une la iglesia real Sainte-Marie con el hotel comunal de Schaarbeek, encontramos esta basílica de un color blanco producido por la piedra caliza con la que está construida. Destacan los pináculos y contrafuertes sobre los que se sustenta el templo, así como el gran rosetón del lateral y la torre central del campanario, que sobrecoge dada su gran altura y majestuosidad.
En el interior, la iglesia tiene un plano de cruz latina, y su nave se separa en cinco partes diferentes. A su vez, destaca el coro, las ventanas con vidrieras, los confesionarios, de estilo neogótico, y las pilas bautismales.
Sin embargo, lo más curioso de este templo es su historia. La basílica que se mantiene presente hoy en día comenzó a construirse en el año 1871, pero antes existió una iglesia con el mismo nombre y bastante cerca de la localización actual de la misma, pero que, al considerarse que estaba malas condiciones y que se quedaba demasiado pequeña, se decidió que fuese demolida para ser reconstruida por completo en otro sitio. De hecho, ambos templos coexistieron varios años, hasta que en 1905 la original fue finalmente derribada.
La nueva iglesia fue erguida en terrenos que no eran planos, por lo que se tuvo que recurrir al uso de escaleras para equilibrarla por algunos lados. Además, las cuatro campanas originales de la torre del campanario fueron robadas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, teniendo que ser repuestas después del conflicto.
Se trata, pues, de un curioso ejemplo de la evolución de la ciudad de Bruselas, y de las maneras tan rocambolescas con las que se pueden resolver ciertos problemas. ¿No nos gusta la iglesia? ¡Hacemos otra!
¡Nos vamos viendo!
Jose
¡Qué ilusión me hace estar escribiendo por fin estas palabras! A partir de este mes de febrero empiezo como corresponsal de Erasmus en Flandes y tengo muchas ganas de enseñaros mi trabajo. Recoger el testigo de Yolanda en cuanto al tema de Patrimonio es todo un honor.
Antes de nada, me presento. Me llamo José Manuel Ortega y tengo 20 años. Nací en Granada, pero he vivido toda mi vida en La Línea de la Concepción, un pueblo de Cádiz. Estudio Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada y, actualmente, estoy realizando un intercambio Erasmus en Bruselas de curso completo.