Para que no se diga que solo pasamos el tiempo de fiesta (o en festivales, o comiendo) hoy nos vamos de museo. De hecho, vamos a uno muy especial ya que es el que la ciudad de Bruselas le dedica a uno de los pintores belgas más conocidos del siglo XX. Nos acercamos al Museo Magritte, que se encuentra en la Place Royale.
A un precio muy económico (solo 2€ si eres estudiante) podemos entrar al Museo Magritte desde el hall central de los Museos (en la Rue de la Régence, donde está el Museo Real de Bellas Artes). Lo primero que nos sorprende del museo es la gran cantidad de gente que se acerca a admirar algunas de las obras más importantes del genio belga (Magritte fue uno de los artistas europeos más admirados de principios del siglo XX).
Gracias a los guías que se encuentran a lo largo del museo, pudimos admirar la evolución del pintor, desde sus comienzos en la pintura (cuando su arte no era tan icónico como más adelante) hasta sus últimos años, en el que el autor ya ha creado un mundo propio en el que perderse. Para todos los amantes del arte surrealista, Magritte es uno de los artistas más importantes de este movimiento y podrán apreciar en su conjunto su calidad. Pero si esperáis ver los cuadros que le han hecho famoso (como El hijo del hombre), no los encontraréis aquí. Muchos de ellos pertenecen a colecciones privadas o a otros museos.
El Museo Magritte, por otro lado, os ofrece algo más. Conocer la vida, más que interesante, de uno de los artistas más representativos de Bélgica y que más ha destacado a lo largo del siglo XX. En este lugar podréis conocer la vida (y muchas de las leyendas que le rodean) de René Magritte, una experiencia que, os aseguro, no os defraudará.