No, no me he vuelto loco. No, no voy chupando paredes. No, no digo que Napoleón fuese la bruja de Hansel y Gretel. Y no, por supuesto que no, no pretendo imitar a los hermanos Grimm.
Pero sí, existe un palacio donde vivió Napoleón aquí en Amberes; y sí, es fácil de encontrar, no tendréis por qué esparcir miguitas de pan por miedo a perderos: Meir 50, esta es su dirección.
Aquí, en el centro de la calle Meir, nos encontramos un imponente palacio Rococó, con tres alas que han sido utilizadas a lo largo de su historia con los fines más variados: desde hotel a palacio de Napoleón, quedando ahora dedicado en su mayoría a las visitas turísticas que nos acercan a la forma de vida del Emperador.
Hoy en día aloja a otro emperador, Dominique Persoone, emperador del chocolate. Y es que este chocolatero belga, nacido en Brujas, ha conseguido menciones de revistas del nivel de Vogue, Guía Michelin, Washington Post, National Geographic… Coronando a su empresa The Chocolate Line, como aquella con el mejor chocolate del mundo.
No se si a Napoleón le hubiera gustado o no convivir con este maestro chocolatero creando y dando forma a su arte en el ala derecha del Palacio de Meir; yo tengo claro que habría sido mi perdición, pero una perdición muy variada y placentera.
Praliné de tantos sabores como puedas imaginar, empezando por el clásico chocolate negro y acabando en variedades tan extravagantes como el praliné de cebolla. Bombones de formas, colores y texturas incontables. Pintalabios de chocolate para aquellos que literalmente quieren saborear el chocolate sin parar. La imaginación de Dominique no tiene fin, los matices que consigue son únicos y muy envidiados. En fin, nada como el olor de las fuentes de chocolate fundido para despertar cada mañana agradecido de tener un compañero de piso así (el problema sería el darnos cuenta de que no podemos estar metiendo el dedito en cada creación para probar… problemas del primer mundo…).
Como no podía ser de otra forma, en su ciudad natal, Brujas, existe tanto otra de sus tiendas (Simon Stevinplein 19, 8000 Brugge) como la fábrica (Vaartstraat 75, Sint-Pieters Brugge). Pero la presentación de sus dulces obras de arte en el Palacio de Meir es envidiable para cualquiera: dentro de los dormitorios y cocina, que en otra época formaban parte de la residencia de Napoleón, rodeadas por imponentes cuadros de Balthasar Beschey que forran todas y cada una de las paredes con pasajes de la vida de José e iluminadas por lámparas de una gran belleza. Consigue así todo el conjunto crear una sensación única al estar comprando chocolate de gran calidad expuesto en habitaciones del siglo XVIII, un museo en toda regla. Eso sí, la entrada es gratis incluso hasta la zona donde los reposteros trabajan el chocolate.
Así que, si pasáis por Meir (y lo haréis múltiples veces) entrad y saludad a Napoleón, a Scratch o a Buda, pero tened cuidado de no acariciarles la cara, ¡OJO, mancha!
Así no importa tanto besar sapos (o ardillas) en tu #erasmusamberes