La historia nos hace aprender, adquirir unos valores y lograr seguir hacia delante. La historia no sirve para estancarse en ella, pero nunca hay que olvidarla, pues correríamos el riesgo de cometer los mismos errores que en el pasado. Conviene recordar esto ahora más que nunca, nuestros antepasados europeos han luchado para que nosotros podamos vivir en la tan cómoda situación en la que ahora vivimos, algunos quedándose por el camino. Respetémoslos, respetémosnos.
¿Por qué digo todo esto? Porque recientemente hice una visita que me hizo reflexionar sobre ello. El lugar: la emblemática biblioteca de Lovaina. Con la tarjeta cultural de estudiante podéis disfrutar de una visita gratuita al año a la torre del edificio, desde la cual podréis disfrutar de unas magníficas vistas de 360º de esta especial ciudad estudiantil. Antes de llegar a la torre podemos ver la preciosa sala de lectura de la biblioteca, en la que siempre podréis ver a estudiantes, y más ahora, en plena época de exámenes. La sala es preciosa, como podéis diferenciar en la fotografía.
Tras ello, ascendemos a la torre. La subida a la torre es mucho más que ir peldaño a peldaño subiendo las estrechas escaleras de caracol, pues en la ascensión hay varias plantas en la que se muestra una excelente exposición sobre la historia más reciente de Lovaina y de una de sus más preciadas joyas, la biblioteca. Me gustaría a continuación narrar brevemente la historia de forma que entendáis mi reflexión inicial y, además, os anime a realizar esta visita y no solo por las vistas a lo alto de la torre.
1914, noche del 25 al 26 de agosto. Las tropas alemanas quemaron la biblioteca de Lovaina. Más de trescientos mil libros y manuscritos medievales de incalculable valor fueron devorados por las llamas. Cientos de civiles asesinados, fusilados sin compasión alguna, miles de hogares destruidos. Las tropas alemanas se «excusaron» (el cinismo a niveles extraordinariamente macabros) en un ataque de francotiradores que fue demostrado no ser más que un producto de su imaginación. Similares atrocidades ocurrieron también en otras ciudades como Dinant y Ardenne. Fue conocido como la Violación de Bélgica, uno de los mayores crímenes de guerra perpetrados durante la Primera Guerra Mundial. Cuesta imaginarlo, una feliz ciudad de estudiantes reducida a escombros. Y hace poco más de 100 años de aquello, no está tan lejos.
Instituciones universitarias e intelectuales de todo el mundo condenaron estos crímenes firmando un manifiesto. Más de 25 países, liderados por los Países Bajos, recaudaron dinero para ayudar a la población belga. La otra cara, el lamentable, por no saber cómo denominarlo, «Manifiesto de los 93», en el que 93 intelectuales alemanes de renombre apoyaron las indefendibles acciones de las tropas de su país. Tras el Tratado de Versalles, Alemania tuvo que otorgar libros a Lovaina por valor de 13 millones de marcos, una colección increíblemente extensa. Ahora solo quedaba algo, reconstruir la biblioteca para dar un hogar a esas obras. Podríamos decir, en términos borgianos, que únicamente faltaba la humilde labor de crear el paraíso. Y los americanos tomaron la iniciativa.
El encargado de la reconstrucción fue el arquitecto americano Whitney Warren, educado tanto en París como en la Universidad de Columbia. La reconstrucción duró hasta 1928 y llegó a costar un millón de dólares, recaudados por diferentes instituciones americanas. El resultado, una biblioteca de modelo americano, pero con ciertos detalles que hicieran recordar al Renacimiento flamenco. Como curiosidad, se considera que el diseño de la torre tuvo similitudes estilísticas con la Giralda de Sevilla. El error: dejar símbolos e inscripciones propagandísticos americanos. Como ejemplo, la figura de una Madonna armada y con casco. Contradictorio, ¿verdad? Un símbolo de paz que incita a la guerra.
Noche del 16 de mayo de 1940, la historia se repite. Animados por las inscripciones y símbolos que antes he mencionado y que convertían a la biblioteca en un monumento de guerra, las tropas alemanas volvieron a quemar la biblioteca, esta vez con más de 900 mil tomos. A pesar de ello, la torre apenas se vio afectada y una nueva reconstrucción comenzó. Múltiples personajes ilustres aparecieron para apoyar a la ciudad tanto durante la reconstrucción de la biblioteca como en la finalización de la misma. Entre ellos, Robert Schuman (uno de los padres de nuestra Europa) o Umberto Eco, conocido escritor por la maravillosa novela «El nombre de la rosa» y que es doctor honoris causa por KU Leuven. Como símbolo de la libertad y el recuerdo, 63 campanas forman parte del carillón de la torre de la biblioteca de Lovaina.
Y es que la historia es eso, subir escaleras de una alta torre. Difícil ascenso en el que los olvidados responsables de nuestro bienestar han querido dejarnos suficientes pistas para aprender de sus caídas, de forma que podamos continuar la subida con paso firme. No despreciemos su esfuerzo y coraje… Y así llegué a lo alto de la torre. Y vi desde lo alto la belleza de la ciudad que me acoge. Unas vistas impresionantes, en el atardecer, en las que disfruté de unos agradables instantes. Desde allí los viandantes son pequeñas hormigas, sin rostro ni nombre. Pero son ellas las que serán responsables del futuro de nuestra convivencia. Y sin vacilar, bajé de la torre, decidido a ser una hormiga más y a cantar a la vida sin olvidar las lecciones que el sabio pasado nos otorga.
Soy Víctor Labián Carro y a partir de mediados de septiembre estaré 10 meses viviendo en Lovaina y estudiando en KU Leuven. Estoy seguro de que será una experiencia única en la vida, de esas en las que te gustaría recoger tus vivencias en un librito de viajes, en el que el que colocas con mimo esas fotos de lugares, comidas, amigos… Pero ¿por qué no aportar a ese libro un valor adicional y que no sea únicamente una fuente de nostalgia que intensifique nuestros recuerdos? ¿Y si es de utilidad compartir esas experiencias con futuros estudiantes Erasmus de Lovaina? Pues sí, lo es y mucho, porque he de reconocer que todos los consejos, opiniones y vivencias de estudiantes en Lovaina me han ayudado en gran medida a planificar este viaje, o, al menos, esas cosas que puedes tratar de planificar en una aventura tan mágica por desconocida e impredecible. Ya no utilizamos plumas ni pegamos fotos con pegamento, pero sí que subimos a internet fotos y videos y escribimos en blogs. Es ahí donde aparece la iniciativa de ser Corresponsal Erasmus en Flandes, donde encuentro la forma de compartir ese libro aún por escribir o, mejor dicho, de aportar algo de valor a ese libro que entre todos estamos escribiendo.