Antes de nada, muy feliz año nuevo, y espero que 2021 se dé y se os dé muy bien (tocamos internamente a la estatua situada en la Grand-Place que promete dar buena suerte a las manos que la tocan). Dicho esto, ¡ya comienza la época de los propósitos!
Normalmente se basan o en dejar de hacer algo, o comenzar a hacerlo; muy simple la regla de esta nuestra vida. Siempre cae algún «este año me dejo de morder las uñas», «no voy a conocer ni lo que es el verbo fumar», «me apunto al gimnasio el primer lunes» o «a partir de ahora nunca voy a llegar tarde. Nunca, de verdad». Nos proponemos cosas porque, para bien o para mal, siempre gusta hacer borrón y cuenta nueva. Renovarse o morir, y empezar a hacer yoga porque saber hacer el pino siempre parece ser el punto de inflexión de alguna experiencia vital.
Sin embargo, hay ciertas cosas que no llegamos a saber si son buenas o malas, pero que simplemente nos prohibimos dejar de hacer a nosotros mismos. Como meter ese amuleto de la suerte en la maleta a pesar de que ya no nos cabe nada más y el peso de la maleta no es piadoso, hay manías o situaciones que se tienen que mantener de año a año. También porque son esas cosas las que nos hacen ser nosotros mismos.
Pues bien, esa (maravillosa) manía que este año vuelve a estar en la lista de los «no-propósitos» es ir a por churros el día 1 de enero. Es algo que podría categorizar casi como necesario y fundamental. Por eso y porque nos lo tomamos en serio, los días previos a ese uno tan señalado del calendario fuimos preguntando en varias gofrerías si ofrecían también churros. Y sorprendentemente, muchas gofrerías de Bruselas sí que los tienen, y los categorizan como «Spanish snack».
Como buenos españoles internacionales que somos, quisimos coger churros en el lugar más cercano a la Grand Place, para sentirnos más en el ojo del huracán «Navidad Erasmus». Sin embargo, también somos estudiantes, y quisimos mirar bien el precio que nos pudiera venir mejor. Finalmente, tras ese estudio de campo, encontramos la churrería que necesitábamos: Los Churros & Waffle.
A pesar de que hay muchas de estas tiendas por toda Bruselas y especialmente por el centro de la ciudad, nosotros fuimos a la que se encuentra en Rue du Marché aux Herbes, 89. No solamente ofrecen churros, sino que también tienen una gran variedad de toppings para gofres, además de vino caliente que simplemente te llama aunque sea para un vasito. Algo que me encanta de esta churrería/gofrería es que tienen muchísimas ofertas, especialmente en Navidad. Una de las que tenían, por ejemplo, era 30 churros por 12 euros.
¿Qué hicimos entonces? Volver a la residencia con cuatro cucuruchos que sumaban un total de 60 churros, el bolsillo tranquilo y una alegría en el cuerpo totalmente gratuita. Sobre todo porque para los que adoramos el dulce, este lugar es una maravilla, y es que el momento en el que ves el azúcar caer sobre cada lacito parece durar un poquito más que en otros lugares.
Hay que hacer todo el esfuerzo necesario para poder conseguir nuestros propósitos de Año Nuevo, pero igual de importantes son los no-propósitos, y esos hay que respetarlos y hacerlos incluso cuando no estamos a 1 de enero.
¡Muy buen día y muy feliz Año Nuevo!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…