Los franceses critican la comida belga porque dicen que no es tan “gourmet” como la suya, y por ello la describen con el adjetivo “gourmand” (goloso en francés), por haber más cantidad que calidad. ¿Estáis de acuerdo con esto?
En los restaurantes de Bruselas, por ejemplo, veréis que los precios de los platos no son tan asequibles para todos los bolsillos. Normalmente salir a comer fuera cuesta unos 15 euros por cabeza (un plato + una bebida). Pero cuando descubráis las cantidades que sirven, comprenderéis el por qué de esos platos.
Algunos creeréis que Bélgica sólo tiene mejillones, patatas fritas y gofres, pero os sorprenderá la variedad de platos típicos que tiene, y también algo más elaborados.
Comenzamos con el “Waterzooi”. Consiste en un estofado de pescado, aunque también se puede encontrar de pollo, y que contiene verduras como zanahorias, puerros, patatas, además de huevo y nata. Otro plato tradicional belga es la “Carbonade”: un estofado de ternera y cebolla cocinado en cerveza y sazonado con tomillo y laurel. La cerveza que se suele utilizar en más bien amarga, aunque luego se echa algo de azúcar, lo cual endulza un poco la carne.
Otros platos también muy sabrosos son el conejo con mostaza y cerveza, los tomates rellenos de gambas grises o el “Cuco de Malinas”, un gallo criado de forma distinta y con propiedades únicas.
Uno de mis favoritos es la “Carbonade”, de la que ya os he hablado. Su secreto está en la cerveza: lo mejor es cocinar utilizando una cerveza trapense, como la Chimay o la Westmalle, pero también se utiliza la Geuze, que es algo más amarga. Os dejo aquí la receta por si os apetece sorprender un día a vuestros amigos con su rico sabor.