Todos lo hemos imaginado alguna vez. Nosotros corriendo por una gran ciudad para llegar a tiempo al trabajo en alguno de sus altos edificios, con el cosmopolitismo en la mente y un café en la mano. Son como mini descansos que hace nuestra mente mientras estudiamos, pensamientos que tenemos cuando queremos recordarnos cuál es la finalidad de estar horas y horas delante de subrayadores a los que les quedan poco para gastarse.
Imaginamos nuestra vida en un futuro en el que lo estudiado haya dado sus frutos. Quién será el vecino al que siempre nos vamos a encontrar en el ascensor; cuál será la ruta más corta para llegar al trabajo, y la más bonita para cuando tengamos tiempo; dónde estarán las mejores ofertas para hacer la compra semanal… y dónde compraremos nuestro café de confianza.
Lo del café es una parte muy importante. Igual que el amigo que pides que te levante porque sabes que no vas a escuchar la alarma del móvil, el café es lo que da ese toque de familiaridad a algo nuevo, el primer sabor que tenemos de la mañana. Por eso tiene que ser bueno y tenemos que elegir sabiamente. El problema es encontrar ese lugar que cumpla todos los requisitos y podamos considerar como sitio del que podríamos poner el número como la segunda opción para llamar en caso de emergencia.
Es complicado, sí, pero creo que lo he encontrado en Bruselas. Y eso es justo lo que os traigo hoy: Café Capitale.
Situada en una de las calles que llevan a la Grand Place, a menos de tres o cinco minutos del ayuntamiento, nos encontramos de frente con esta cafetería que ya desde fuera, con sus grandes ventanales te invita a entrar y pedirte aunque sea un terrón de azúcar. Pese a todo, esta no es la única ubicación que tienen en Bruselas, aunque sí es verdad que todas se encuentran en el centro:
- Rue du Midi, 45 (1000 – Bruselas)
- Rue Ernest Allard, 39 (1000 – Bruselas)
- Rue Haute, 231 (1000 – Bruselas)
He dicho cafetería, sí, pero es mucho más. No solamente porque encontremos otras bebidas como té o chocolate caliente; y podamos pedir rollitos de canela, pan o una cantidad ingente de croissants o tarta de cualquier sabor. También porque, a raíz de la crisis sanitaria, la zona en la que los clientes podían sentarse se ha reconvertido en una pequeña tienda de discos de vinilo.
Lo sé. Es que imaginaos: discos de vinilo en una cafetería. La fantasía vintage de cualquier persona a la que le gusten los cafés con figuras en la nata.
Podemos encontrarnos desde artistas míticos como Frank Sinatra o The Beatles, hasta otros más nuevos como Taylor Swift, con precios muy variados. Dividiendo la zona de la cafetería con la parte musical, hay un mueble con montones de cuencos de los que nos podemos servir para endulzar con diferentes tipos de azúcar, añadir cacao… y lo que hace que un café sea el que nos imaginemos en la mano, corriendo para ir al trabajo: la tapita blanca recubriendo el vaso, y el cartón para que no queme.
Sin embargo, quizá lo mejor de esta cafetería es la sensación que te da al entrar. Ahora mismo tienen servicio para llevar, así que no podemos estar mucho tiempo dentro, pero el ambiente es el tipo del que te pide que te quedes un ratito más. Las luces cálidas, el olor de montones de tipos de dulces impregnando los vasos de cartón, la amabilidad de los dependientes… y con los discos de vinilo al lado, recordándote que todas las cosas buenas tienen alguna banda sonora.
Es complicado encontrar nuestro café de confianza, y podemos tener muchos de ellos como si fueran sedes del hogar. Sin embargo, creo que ya he encontrado el mío, ¿y qué mejor nombre para un café en la mano mientras corres por una gran ciudad, sino Café Capitale?
¡Muy buen día, cafeteros!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…