Flandes es una región conocida por ser la “tierra del arte”, los castillos, y sus bellas ciudades, sin embargo, también es conveniente recordar que Bruselas, además de ser capital de Bélgica y Flandes, funciona como la capital “de facto” de la Unión Europea. Es por ello por lo que hoy voy a hablaros de política.
En Bruselas encontramos por tanto la Comisión Europea (brazo ejecutivo de la Unión) y por supuesto, el Parlamento Europeo. Como es sabido, en el Parlamento están los eurodiputados que elegimos en cada país miembro de la Unión, y cuya misión es representarnos a los ciudadanos y velar por el funcionamiento del “club”. Por tanto la posibilidad de interaccionar con estas instituciones es muy alta al encontrarnos en Bruselas, o incluso en Lovaina.
Es muy común, y en estos tiempos de crisis se extiende la idea, que los eurodiputados son un grupo alejado de la realidad, que no hace política de calle como quién dice, y que trabajan poco y cobran mucho. No vamos a establecer ningún canon, pero sí quiero desmitificar alguna de estas cuestiones, contando nuestra experiencia: como ciudadanos cualquiera, hemos escrito a los grupos españoles con representación en el Parlamento, y, con los avatares de cada caso, prácticamente todos los partidos han contestado rápidamente y han dado opciones de encuentros (como dato, he de decir que el único partido que no ha contestado ha sido Podemos).
Gracias a esta disponibilidad, hemos tenido una entrevista con dos de nuestros eurodiputados: Ramón Jáuregui (Partido Socialista) y Ernest Maragall (Los Verdes). Más allá de las cuestiones técnicas y políticas del encuentro, quiero destacar su amabilidad, cercanía y disponibilidad, a pesar de sus apretadas agendas, que también hace remarcar la facilidad con la que se desdeña el trabajo de un eurodiputado. Además de poder conversar con ellos, hemos podido conocer el Parlamento Europeo y su funcionamiento.
La actividad política es algo de primer orden en esta región, y puedes pasar a tocar parte de esa realidad si realmente estás interesado, una experiencia que en pocos lugares se puede obtener de una forma tan natural y fluida como en Bruselas, y sentir esa pertenencia a una comunidad que engloba a tantas etnias y culturas, como es la Unión Europea, pero que a pesar de todo mantiene unos cimientos que hablan de paz y convivencia.