El segundo plan B, para días menos cálidos es aprovechar para visitar un buen museo. En Bruselas, hay para todos los gustos y colores.
Hoy os traigo mi experiencia en el Institut Royal des Sciences Naturelles, al que estaba deseando asistir desde que llegué.
El Instituto Real de las Ciencias Naturales es un museo muy económico e interesante, que nos permite profundizar más en la naturaleza y la historia de la evolución. Está al final de mi parque favorito de la ciudad, en pleno barrio europeo.
Este museo es mundialmente conocido por su enorme colección de esqueletos de dinosaurios; la más grande de Europa, para ser exactos. Los restos de esqueletos de Iguanodon fueron encontrados en el año 1878, en una mina de carbón de Bernissart (al sur del país). La colección es realmente sorprendente pero, además de los fósiles y la historia de los yacimientos, podemos ser testigos del laborioso (y desconocido) trabajo de los paleontólogos y comprender la complejidad que se esconde detrás de cada pieza de cada dinosaurio que nosotros llegamos a contemplar en un museo.
En la zona destinada a la evolución, podemos encontrar más de 600 fósiles y 400 animales que nos muestran cómo ha afectado el paso del tiempo a cada una de las especies y qué han desarrollado para adaptarse hasta nuestros días.
También hay expuestos algunos animales que se extinguieron hace miles de años. Lo que más me sorprendió de esta sección, fue ver al lobo de Tasmania… Nunca antes había contemplado uno y me impactó muchísimo. Hay un vídeo justo a la entrada de su habitación que explica que de dónde salió este ejemplar, en concreto y reproduce el sonido que emitía y es sobrecogedor.
Un último detalle a destacar es que, en cada área del museo, hay una parte interactiva y es muy interesante y didáctico.
¿Dónde?: Rue Vautier 29 (enlace a maps aquí).
Precio: 6€ para estudiantes / 7€ sin descuento.
Horario: de 9:30-17h, de martes a domingo.