Por si todavía no lo teníais claro, los bombones (pralines) son la joya de la corona del archiconocido chocolate belga. No hay más que asomarse a cualquier calle del centro para verlos en todos los escaparates. Y no, no es solo para los turistas, existen también chocolaterías y bombonerías artesanales en todas las ciudades de Flandes, aunque cuesten un poco más de encontrar.
Recubiertos de chocolate negro, blanco, rellenos de caramelo, de almendra… Hay infinidad de donde escoger, y llevarse una cajita de souvenir supone todo un trabajo de investigación para dar con los mejores. Sin embargo, hay un tipo que no os podéis perder: los pralines Manon. Hoy nos adentraremos en su pequeño y dulce mundo, por si tenéis curiosidad por su proceso de elaboración, o incluso os atrevéis a replicar la receta…
Por fuera
Primero, ¿cómo reconocerlos? Este tipo de pralines (así llaman los belgas a sus bombones) suelen tener una capa exterior de chocolate blanco, y forma más bien rectangular, con un pequeño bulto. Y si les das un mordisco… saben a café.
Se han creado otras variaciones con el tiempo. Ahora los venden también recubiertos de chocolate con leche o negro, con forma más redonda, o rellenos de otras pastas (chocolate, caramelo, almendras). Aun así, estas innovaciones también deliciosas no se corresponden con los pralines Manon originales.
Por dentro
Hacen falta bastantes ingredientes para lograr la combinación perfecta: una mezcla 50/50 de chocolate belga con leche y praclas (una pasta de avellana), chocolate blanco para la cobertura, una pincelada de vainilla, un litro de nata fresca, avellanas enteras, extracto de café, 500 gramos de fondant y 500 de mantequilla.
La receta prepara primero la crema de café: se empieza batiendo la mantequilla, y se suman el fondant, la vainilla y la nata fresca en ese orden. El objetivo final es lograr una crema homogénea a la que añadir el extracto de café. Después, en un molde para pralines se crean dos capas de la pasta de chocolate y avellanas y se vierte dentro la otra mezcla, ya batida.
Como cualquier bombón belga, se deja enfriar en la nevera para poder separar el dulce de su molde. Una vez conseguido el interior del bombón, se pone una avellana entera encima del relleno. Por si os lo preguntabais, este es el motivo del bultito. El penúltimo paso es bañarlos en chocolate blanco para que tengan su aspecto habitual. Y el siguiente es probarlos, por supuesto…
¡Buen provecho, nos leemos pronto!
Me presento, me llamo Julio Yustas, tengo 23 años y voy a ser parte del equipo de corresponsales que, durante el próximo semestre, va a intentar que disfrutéis de Flandes al menos tanto como nosotros.
Vengo de Valencia, donde estudio el Máster de Ingeniería Industrial en la Universitat Politècnica de València. Durante los dos próximos años, disfrutaré de Bruselas gracias a un acuerdo de doble titulación por el que estudiaré el Máster en Ingeniería Electromecánica en la Université Libre de Bruxelles (ULB).
Me considero una persona bastante proactiva y es difícil que no me encontréis embarcado en alguno de mis múltiples proyectos. Mi tiempo libre lo dedico principalmente a pasar tiempo con mis amigos, viajar, la fotografía y la cocina.