La Grand Place es para algunos la plaza más bonita del mundo, y aunque no hayamos podido ir a todos los rincones de la tierra estamos seguro de que es uno de los más bellos, pero…. ¿Qué historias se esconden detrás de estos grandes edificios? Hoy os hablaremos sobre el edificio del cisne y su gran importancia en la historia del siglo XX.
Después de la destrucción de las casas de la Grand-Place a causa de un bombardeo por las tropas francesas en agosto de 1695, este edificio de estilo barroco fue reedificado por el arquitecto Corneille van Nerven en 1698 (Como bien se puede leer en el edificio)
Lo cierto es que aunque hoy forma parte de un bonito y pintoresco restaurante, dentro de estas paredes sucedió un importante hecho histórico.
Karl Marx (Uno de los fundadores del comunismo) vivió en Bruselas de 1845 a 1848, ciudad que recogió algunos de los momentos más importantes de su vida.
Aparte de celebrar la nochevieja de 1698 en este edificio, junto con Friedrich Engels escribiría uno de los libros más influyentes del siglo XX: El Manifiesto del Partido Comunista.
Podríamos decir que el edificio de los cisnes se convirtió en su ‘cuartel general’ donde tenía la libertad de hablar de una manera que resultaba políticamente incorrecta para esa época.
Hoy en día hay una placa que conmemora este hecho, pero que puede pasar desapercibida.
Como véis, la Grand-Place es algo más que una ‘plaza bonita’ ¡Miles de historias han sucedido en este rincón de Bruselas que aún están por ser contadas!
Me llamo Guadalupe y aunque nací en Buenos Aires (Argentina) he estado viviendo la mayor parte de mi vida en España (Concretamente en Cataluña y Andalucía). Estudio Publicidad y RRPP y mi debilidad es la creación de contenido audiovisual, eso quiere decir que llevo mi cámara a todos los sitios y tengo una obsesión por documentar mi pequeño paso por la tierra.
Hace un año justo decidí echar la beca para venirme a estudiar en Bruselas y un año después me encuentro aquí, en el centro de la capital europea con miles de historias y experiencias que he vivido en mi primer semestre.
En resumen podría decir que mi primer semestre en Bruselas estuvo repletísimo de emociones; Al principio, me resultó un poco duro alejarme de todo aquello que conocía y había aprendido a querer en España, pero poco a poco Bruselas y su gente me enseñaron que esta ciudad tiene mil y un rincones que hacen que sea imposible aburrirse y hoy en día resulta imposible despegarme de este rincón de Europa al que puedo llamar con orgullo ‘hogar’.