El verano se acaba, pero las vivencias permanecen. Después de unas vacaciones llenas de experiencias en Flandes y Bruselas, no se me ocurre mejor manera de despedirme que haciendo un repaso de estos dos meses. Si solo en julio en agosto han pasado tantas cosas, ¡no quiero ni pensar que nos deparará este nuevo curso académico!
Si tuviera que resumir en una palabra lo que significa para mí el verano en Flandes, esta sería, por un lado, descubrimiento. Primero, de una forma distinta de vivir el verano pues, si bien no es el verano de sol y playa como todos lo entendemos, si es cierto que los días de sol se viven de una forma muy especial. Si no te apetece moverte de donde estés, puedes aprovecharlos al máximo en uno de los parques que te pillen más cerca, y si te has despertado ese día con espíritu aventurero, puedes cogerte un tren y descubrir un lugar nuevo donde darte un baño o hacer una excursión. Y todo puedes hacerlo volviendo a dormir a casa esa noche, ya que al tratarse de un país pequeño y muy bien comunicado, es muy fácil moverse por Bélgica.
El descubrimiento también puede darse a nivel gastronómico, pues, como bien nos decía el cocinero Floris Panckoucke, en Bélgica existen muy buenos chef aunque no sean tan conocidos como los cocineros de otros países. Tampoco necesitas ir a un restaurante de alta cocina para probar las especialidades culinarias flamencas, en cualquier ciudad encontrarás opciones asequibles para saborear la cocina belga.
Por último, el descubrimiento se da sobre todo a nivel cultural y artístico. Por un lado, solo el hecho de vivir en un país distinto supone descubrir muchas cosas no sólo del mundo en el que vivimos, sino también de nosotros mismos. Además en ciudades como Bruselas, donde conviven tantas nacionalidades distintas, las opciones para aprender idiomas y conocer diferentes culturas son infinitas.
Por otro lado, el descubrimiento cultural y artístico llega de la mano de los eventos y festivales: juegos, cine, arte y sobre todo música para todos los gustos. Si julio se abría con Brosella, un festival de jazz con más de 40 años de trayectoria a sus espaldas, y continuaba con las Fiestas de Gante, el mes acabó con la resaca del Tomorrowland, un evento que trae a un pueblo de Flandes a miles de personas llegadas de todo el mundo. Agosto por su parte ha dado a festivales que iban desde la música lírica a los ritmos latinos pasando por el Reggae o el Heavy metal.
Y el cine de verano, y las salidas con los amigos, y el ambiente en las calles, y sobre todo la sensación de estar abierto a descubrir, de saber que hay mucho más que seguir descubriendo y de tener la impresión de que, aunque las cosas se acaben, esto no ha hecho más que empezar. No dejéis nunca de descubrir. ¡Feliz Erasmus y feliz estancia en Flandes a todos!