Siempre he sido de la opinión de que regalar cosas materiales está desfasado, lo material es efímero, los buenos recuerdos sin embargo, duran para siempre.
Por eso, os recomiendo encarecidamente que regaléis experiencias, que regaléis viajes, que regaléis ciudades enteras.
Sé que todo esto suena muy filosófico, muy utópico, demasiado idealista… Entonces, para los que sois más prácticos, para la gente de a pie que no se complica tanto, os/les recomendaré (confío en que haya algún tocayo soñador más leyendo esto) que regalen una caja de los sentidos. ¡Regalad Amberes como caja de los sentidos!
Pensareis que me he vuelto loca… Y en parte estáis en lo cierto, ¡estoy chiflada por esta ciudad!, y eso que solo llevo aquí dos días, pero es que cada esquina os juro que enamora.
Pero ¿por qué el símil de Amberes con una caja de los sentidos? Pues vamos a analizarlo, dicen que lo que más rápido viaja en este planeta nuestro es la luz, y con ello el sentido de la vista, así que como yo llegue en tren cuando aterricé en esta hermosa ciudad, lo primero que vi es la lujosa estación de tren, cuya belleza la incluye en el ranking de nada menos que las mejores del mundo.
Pero esto solo fue el aperitivo de lo que venía después, y es que, como os decía antes, cada callejuela enamora, cada pequeña parada tiene un encanto especial, un toque distinto, una majestuosidad innata…
Lo siguiente más rápido, (o al menos para mi que creo que tengo el olfato un poco atrofiado), fue el sentido del oído, el ir y venir de los pasos tranquilos de la gente; la musicalidad de un nuevo idioma: el Dutch, en nada parecido a otra cosa que hayáis podido escuchar; el fluir y confluir de las grandes cantidades de agua que se remansan a orillas del río Escalda; y mi preferido, los jóvenes y mayores músicos, tocando guitarras, acordeones o incluso saxofones que podemos encontrar en numerosas calles de la ciudad.
Respecto al tacto, que decir de una ciudad, que lleva la palabra “mano” precisamente en su nombre (-ant = -hand), tenemos hasta una estatua que lo acredita.
Lo siguiente, seguramente fue el olfato: los incontables puestos de gofres que te cautivan desde el segundo 1, con su olor a fresco, a recién hecho, a casero; las panaderías locales rebosantes de productos nuevos y cautivadores; los restaurantes y sus especiados platos, que abren a más de uno el apetito; y aunque en esta época del año todavía es algo pronto, no dudéis de que en primavera, las múltiples plantas y enredaderas que decoran los edificios residenciales, estarán repletas de aromáticas flores dulzonas.
Como sé que a más de uno ya le ha entrado el hambre, enfureceré un poco más vuestras papilas gustativas, hablando de los deliciosos bombones belgas, la magnífica variedad de cerveza apta para todos los gustos, y dejándoos un simple dato más para que cada uno reflexione: Bélgica cuenta con tantas estrellas Michelín por habitante como Francia. Pero esto, os lo contaré más extensamente otro día, si no os lo queréis perder… ¡estad atentos!