Ya finalizada esta semana y con ella este gran acontecimiento cultural, lo prometido es deuda y hoy os hablaré de las maravillas que nos ha dejado este peculiar “Festival del calamar”. (Más información sobre su curioso nombre en la entrada anterior: https://www.erasmusenflandes.com/amberes/calamartes-festival/ )
Y es que, a riesgo de ser pesada, me parece que es una tan buenísima idea que creo que merece la pena que os la describa más aún, “con pelos y señales”.
Como ya os he contado, esta oda a la cultura, surge de la idea de un estudiante universitario que descansando en el particular patio “Hof van Liere“ de la Universidad de Amberes, mira a su alrededor y solo ve jóvenes estudiantes bebiendo cerveza, enzarzados en conversaciones superfluas. Así pide a los regentes de la Universidad, establecer un día en el que se organicen eventos en los que poder empapar a los estudiantes de algo más intelectual, algo más cultural.
Pues claro está, que todos los jóvenes allí presentes en el patio, eran estudiantes aplicados, seguramente lectores habituales, ¡Quién sabe! quizás futuros eruditos. Solo necesitaban un pequeño estímulo, una motivación… Pues aunque a veces lo perdamos, el significado de ser “Universitario” no es solo leer e informarte a cerca de tus propios estudios o de tu propia carrera, sino que ser universitario, es saber un poco de todo, es poder mantener una conversación a cerca de todos los campos de la sabiduría. Al salir deberíamos ser “pensadores” con capacidad para defender nuestra opinión, discernir entre la verdad y lo que a veces los medios nos quieren mostrar, y tener también unos mínimos conocimientos de arte, literatura, música…
Aunque no llegué a conocerlo, estoy segura de que ese estudiante, defendió su postura así de bien o incluso mejor, porque rápidamente la Universidad se puso manos a la obra con la asociación estudiantil Unifac, y en tan solo dos días, tenían construido este precioso edificio con forma de circo, centro de operaciones para llevar a cabo la importante misión de “culturizar“.
El recinto en sí, no tiene desperdicio, pues para ser un local para tan solo una semana, el interior es totalmente fabuloso, un elegante decorado con techos aterciopelados, suelos de cálido parquet, y ventanas con preciosas vidrieras. Así, tenemos en el centro un espacio circular donde se conglomera la mayoría de la gente, justo delante del escenario donde actúan grupos músicales tan distintos como el melancólico “St. Grandson“, “Selder“, o el animado y entregado grupo de “Jazz“.
A los lados de este espacio circular, nos encontramos un bar donde refrescarnos, y unos puestos con numerosas mesas donde se podía descansar charlando, o incluso ir allí a estudiar en las horas de menos jaleo.
Pues aunque por las noches se solía llenar de sonidos con las interpretaciones musicales en directo, las carcajadas durante el “Vikingos – NSK: COMEDY NIGHT“, o las peculiares discusiones teatreras a cargo de las compañías “Improtheater” y “Mimosaurus”, las clases de baile “Irlandés” o faltaría más, las alegres instrucciones de Elsa para “bailar salsa” y otros bailes de salón.
Durante el día, sin embargo, existían los momentos de silencio y concentración durante los talleres de floristería a cargo de Emiel Torman, o los de comida como el “Taller EKA SUSHI” donde el maestro Zao Wang enseñaba a los trucos del oficio, y cómo no, esos pequeños detalles que marcan la diferencia para hacer las famosas patatas belgas y otros platos fáciles para estudiantes, durante el “DE CHIPS: KOT FOOD WORKSHOP“.
Pero no penséis que esto era solo para veinteañeros, pues por las mañanas se organizaban todo tipo de divertidas actividades para niños, y ancianos. ¡Integración generacional, qué mejor!
Para despedirse hasta el año siguiente, la ESN organizó una multicultural “internacional dinner”, ¡no se me ocurre un cierre mejor!
Un pequeño vídeo con las pinceladas de cómo fue:
Más información en: http://www.calamartes.be/index.php/info