Probablemente este fin de año haya sido el más tranquilo de vuestras vidas. Por suerte o por desgracia, el mío también. Pero bueno, no todo es negativo, y es que, si algo tiene de bueno no trasnochar el 31, es que al día siguiente puedes sacar provecho al primer día del año.
Mi 2021 empezó mejor de lo que pensaba. Pese a lo cargaditos de exámenes que vamos (empezando ya el día 5 de enero), decidí cogerme el día 1 libre y me fui a pasarlo a la costa. Os voy a ser sincera, nunca me ha gustado el mar (y eso que vengo de la Costa Brava), pero el Mar del Norte es… otro mundo. No soy de calor, de arena y de multitudes. Sin embargo, el Mar del Norte es tranquilidad, desconexión y libertad.
Para esta ocasión, escogí uno de mis pueblos favoritos: De Haan, uno de los lugares con más encanto de la costa flamenca. De Haan tiene una extensa playa de arena fina, que además se extiende hacia el mar. Si alguna vez tenéis la ocasión de meteros dentro de su playa durante el período de verano, veréis que podréis andar hasta 100 m hacia mar adentro y que el agua apenas cubrirá vuestras rodillas.
Caminar por aquella playa es un placer, y algo que disfruto mucho haciendo mientras paseo es coger algunas de las conchas que devuelve el mar, que además de ser preciosas, las hay a toneladas.
El día 1 estaba todo tan tranquilo como de costumbre, pero con bastantes familias paseando (la mayoría con sus perritos) y muchos niños haciendo volar cometas, algo muy acertado debido a la gran generosidad de viento de ese inicio de año. Aquí en Flandes, el día 1 es para pasarlo con la familia y los amigos. Los flamencos aprovechan el primer día del año para visitar a aquellos familiares y amigos que viven lejos o a aquellos a los que ven poco durante el año.
Después de mi larga caminata por la playa, me fui al paseo marítimo a tomar un chocolate caliente, y terminé el día viendo la primera puesta de sol del 2021 entre las dunas de arena de De Haan. A eso lo llamo yo empezar el año con buen pie (y de una manera preciosa).
Soy Núria, una catalana de veintidós años que lleva esperando su Erasmus en Flandes desde antes de empezar la carrera. Me encanta leer, escribir y hablar. Escuchar también, me encanta aprender cosas nuevas. No podría vivir sin arte. Cuando estoy triste escucho música y cuando estoy feliz también. Amo comer, supongo que el amor por la comida me viene de mi padre. En mi casa, siempre hemos sido de probar platos típicos de otras culturas, y no solo eso, de aprender a cocinarlos también.
Desde los catorce, tuve claro a qué me quería dedicar. Mi sueño era bastante específico: estudiar periodismo en Madrid. Luego, llegó el bachillerato y con ello las clases de economía. Nunca pensé que me fuera a gustar algo así, pero vaya si me gustó… La economía me generaba una curiosidad tan grande, que la puse de primera opción junto con ADE. De esta forma, en 2016, empecé un doble grado en economía y ADE. Descubrí un mundo nuevo, y fui consciente de lo importante que era la economía para ayudar a la gente. Comprendí que los economistas son importantes, pero no para lo que cree la mayoría de la gente. Ellos pueden elaborar modelos para reducir la pobreza, extinguir la corrupción e incluso evitar guerras. A medida que aprendía más cosas, mi amor por la economía crecía. Hoy, la economía me apasiona, de esto no tengo ninguna duda, pero el periodismo aún forma parte de mí.