¿Un pequeño muro de kilómetros de longitud junto al río Escalda?, ¿unos escalofriantes gritos que se escuchaban en pueblos lejanos?, ¿un ataque de celos que acaba con la castración de una estatua? Todo esto y mucho más, quédate conmigo y te lo cuento.
Porque basta que seas un poco curioso, para que paseando a las orillas del río Escalda, no te llame la atención el denso muro de hormigón que discurre paralelo kilométricamente recorriendo de norte a sur esta ciudad. Aunque ya bien mimetizado con el entorno, no es algo que estemos acostumbrados a ver.
Ahora es cuando pensamos, y si intentamos generar una visión espacial desde las alturas, vemos que la ciudad se encuentra en un punto vulnerable a lo largo del río: el Escalda, aguas abajo tiene la forma de un embudo, que se estrecha de forma significativa cerca de la ciudad. Si realmente nos paramos a analizarlo, esto es una gran amenaza potencial, y sin embargo, Amberes no ha sido inundada en estos últimos años.
Así, este muro de 1.35m con diversas compuertas en su través, fué contruido en 1978 para proteger la ciudad de ser arrastrada por una riada.
Cerquita también del río nos llama la atención la extraña estampita que corona la gran entrada del castillo de Het Steen.
A propósito también del castillo, aunque ya sabéis todo de su famosa leyenda: https://www.erasmusenflandes.com/het-steen-un-castillo-frente-al-rio/, os diré como curiosidad adicional que en sus tiempos antiguos, este edificio se usó de prisión de alta seguridad, y cuentan que los terroríficos alaridos de dolor durante las torturas a sus presos, podían ser escuchadas incluso en los pueblos vecinos. En su favor hay que mencionar, que como bondad suprema, si el pobre preso tenía dinero suficiente, le permitían elegir habitación después de la sesión de martirio.
Pero lo que os iba contando, vamos con la pequeña estatua que se encuentra empotrada en lo alto de su entrada, a simple vista, una figura deformada que no llama demasiado nuestra atención. Sin embargo, una tormentosa historia la encubre. Cuenta la leyenda que se trata de la estatua de Gemini, el poderoso Dios de la fertilidad.
Al parecer, en sus buenos tiempos, esta estatua poseía un gran aparato genital masculino. Atracción de todas las mujeres de la ciudad, que deseosas de tener hijos, se dedicaban a frotar paños por las zonas íntimas de la estatua, e incluso arrancar pequeños pedazos de piedra, para hervirlos y hacer elixires con diversas propiedades afrodisiacas.
Sin embargo, un buen día el celoso Philip II, rey de España, decidió que no podía existir nadie que las mujeres alabasen más que a él mismo, y en un arrebato de rabia, decidió cortarle de cuajo el pene a la pobre estatua de Gemini. No sabemos si Philip logró ganar protagonismo, pero desde luego, a la estatua si le quitó toda la fama entre el género femenino.