¡Esta plaza es oro! O al menos lo parece. Resulta que una de las mejores épocas del año para venir a la plaza Stadswaag es en otoño, cuando sus árboles se tiñen de amarillo y sus diminutas hojas llenan todas las juntas entre los adoquines del suelo, como si fueran miles de riachuelos dorados.
La luz del sol se filtra entre las copas de los árboles y se forman pequeños claros sobre el manto dorado del suelo, que contrasta con los troncos oscuros y la piedra gris de los edificios colindantes. Todo ello parece recién salido de un cuadro de Leonid Afrémov.
Sin embargo esta plaza tiene una pega, y es que se encuentra en un cruce de calles y de tanto en tanto se ve transitada por algún que otro coche. Es decir, no se trata de una plaza dedicada al sosiego o donde podamos disfrutar de una buena lectura. Por otro lado, hay una gran variedad de locales interesante repartidos por cada una de sus cuatro esquinas, y como se encuentra en el barrio universitario es frecuentada por estudiantes a diario. Uno de estos locales es ‘t Waagstuk, una cervecería especializada muy conocida en Amberes y que cuenta con más de 100 cervezas en su menú.