Para los que vivimos en Flandes desde hace ya un tiempo, el nunca saber qué cerveza pedir cuando vamos a un bar es ya casi algo normal. La variedad es tan amplia y los sabores tan distintos que, afianzarse sólo a un tipo de birra es algo que yo todavía no he visto a nadie hacer. Hoy os traemos dos tipos de cerveza: Rodenbach y Adler.
Para aquellos que todavía no tengais el paladar muy adaptado al amargo sabor de la cerveza en general, la Rodenbach supone un primer paso para adentraros en el mundo de la bebida más famosa del mundo. Al contrario que las “rubias”, la Rodenbach tiene un color marrón rojizo. Además, es reconocida como un producto tradicional de la región de Flandes. La maduración en barriles de roble le dan un sabor amargo suave y afrutado.
Para los que sí que tenéis alguna que otra experiencia con la cerveza, pero todavía no habéis alcanzado el nivel experto, la Adler supone un primer paso en el largo camino de los sabores. Esta cerveza “rubia” tiene un contenido de alcohol del 6,5% y lleva en el mercado desde 1955. Con una mezcla de sabores dulzones y un último toque amargo, supone una mezcla perfecta para empezar a familiarizarse con la cerveza belga.