Y con él, el fin de las vacaciones. Antes de ayer estabas bronceándote y creyéndote el protagonista del anuncio de Estrella Damn, cuando… ¡PUM! La vuelta al cole te asedia con responsabilidades inminentes.
Nos despedimos del sol, pero saludamos a una nueva aventura en otro país: Bélgica. Y yo, Marta Albertini, voy a contaros lo que es vivir en Lovaina durante los 5 primeros meses del curso 2013/2014. Recorreré esta ciudad de Flandes con ganas de experimentar lo máximo posible y luego poder compartirlo con vosotros. Aunque el hecho de estudiar Periodismo podría servir como aval de mis intenciones, os lo iré demostrando con los posts que suba. ¡No dudéis en preguntar sobre cualquier duda o tema que os interese!
Mitad española y mitad argentina, desde pequeña he aprendido a convivir con las dos culturas. Tengo esa parte de querer perderme sin mapa para encontrar sitios que no sabía que existían. No es solamente un viaje físico, sino descubrir todo tipo de geografías íntimas: cómo son las personas y qué podemos aportarnos mutuamente. Me llamaba la atención Bélgica al ser un país multilingüe y por la existencia del Go-Pass, por ejemplo, perfecto para recorrer este Estado federal de manera asequible. Dentro de él, elegí Lovaina por ser una ciudad con una universidad con prestigio y ambiente juvenil. Y con ambiente me refiero gente de mi edad y fiesta por las noches. Una tiene veintiún años y quiere pasárselo bien, para qué nos vamos a engañar. Además, está situada a 27 kilómetros de Bruselas, punto neurálgico de las relaciones internacionales en Europa y con facilidades para viajar a otros países.
Cuando leí la pregunta para el concurso “¿Qué esperas de tu experiencia en Lovaina?”, lo primero que me vino a la mente son las respuestas típicas de todos los que nos vamos de Erasmus. “Descubrir nuevas culturas”, “aprender un idioma”, “vivir independiente”, “conocer gente”… Y, aunque a nadie le gusta pensar que es un estereotipo, estas frases manidas no dejan por ello de ser menos ciertas. En un ambiente multicultural, se acaban los prejuicios que tenemos hacia los demás y sobre los que se forma una parte de nuestra identidad. Sentimos asombro y atención a las diferencias, pero al mismo tiempo mayor autoconocimiento y respeto a lo nuestro. Sé que me encantarán las patatas belgas, pero también valoraré el pan con aceite y tomate de casa. Caer en la cuenta de que no todo es blanco o negro y de que al salir del nido hay que sacarse las castañas del fuego. Una dosis de libertad en vena ante la que hay que tener precaución puesto que como dicen en Spiderman: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Y a los cómics hay que hacerles caso. Tener interiorizado que si sales hasta la madrugada, al día siguiente tienes que cumplir con la universidad, el trabajo, las prácticas o lo que Santa Obligación te pida.
Me quedan unos cuantos días para aterrizar en lo que será mi hogar durante un año, pero iré actualizando con información sobre “el previo” (connotaciones deportivas aparte) en este blog.
¡Gracias por seguirnos!