Tendemos a adorar las etiquetas. Las definiciones y las descripciones exactas de las cosas nos hacen estar más seguros de aquello que decimos. «¿Estás enamorado, sí o no?», «¿qué prefieres, ciencias o letras?», «descríbete con solo tres adjetivos», «exactamente, ¿por qué te vas de Erasmus?» Hasta quienes somos un revoltijo emocional necesitamos esa ración de seguridad, de saber la definición exacta de lo que estamos viviendo.
Sin embargo, muchas veces no merece la pena hacer ese tipo de preguntas. No porque estén fuera de lugar o sean innecesarias, sino simplemente porque no es posible dar una respuesta absoluta. ¿Por qué alguien se va de Erasmus? Podemos encontrar cientos de respuestas y todas estarían bien: por conocer otra cultura, por la fiesta, por aprender mejor un idioma, porque quiero saber cómo es estudiar fuera de mi país o, simple y llanamente, porque sí. No hay una única respuesta porque incluso la mezcla de todas ellas puede ser esa razón para marcharnos.
Por eso, hoy os traigo un motivo que no sabía que tenía hasta que lo he vivido este fin de semana: para pertenecer.
¿Cómo he encontrado esta razón? En un viaje de un fin de semana a la ciudad costera de Coxyde (Koksijde, en flamenco), en la parte oeste de Flandes; donde el flamenco está más presente que el francés y los carteles se llenan de palabras que tienes que leer dos veces.
Debido a la buena comunicación entre ciudades que tiene Bélgica, es posible llegar a nuestro destino de diferentes formas: desde la estación Brussel Centraal en un tren directo que llega a Coxyde tras apenas dos horas y media; o desde la estación Bruxelles-Nord, pero teniendo que hacer transbordo para hacer la última hora y media de viaje. En cualquier caso, el destino es el mismo: una ciudad costera hecha para relajarse.
Como si de un tesoro oculto se tratase, para poder ver el mar y sentir la paz de sus olas tenemos que adentrarnos un poquito más entre sus casas, mediante el tranvía que atraviesa toda la ciudad. Con un paseo marítimo infinito que te hará adorar andar hasta si odias el ejercicio, es posible encontrarte con muchas personas utilizando karts o pequeños patinetes para disfrutar de esta gran playa de una manera diferente; solo o acompañado.
Además, al tratarse de una ciudad costera, podemos disfrutar de muchas braserías, pizzerías y diferentes restaurantes en los que degustar las maravillas belgas que son los mejillones, y otros moluscos y pescados; tanto en el paseo marítimo como en el interior de la ciudad. De hecho, hay incluso una zona de restaurantes de la que cualquier melómano es incapaz de resistirse, y es que en la misma calle (Maurice Blieckstraat) nos encontramos con: Restaurant Mozart, Brasserie Verdi y Chopin Tearoom. ¡Imposible decidir a qué queremos que suene nuestra comida!
Porque hay muchísimas formas de disfrutar.
Y mil y una razones por las que ir de Erasmus. Y es posible encontrarlas poco a poco. Sentarse en la arena simplemente mirando al mar, rodeada de personas con las que los silencios ya no son incómodos, es un muy buen motivo. Pasear juntos, tanto por la orilla como por cada calle empapada del olor a mar, y darte cuenta de que ya no necesitas razones por las que querer quedarte, es otro gran motivo.
Y es que viniendo a Flandes, ya sea de Erasmus o de viaje, las razones te las puedes encontrar en cada persona que conoces, en cada palabra que aprendes, y en cada experiencia que vives.
Aquí os dejo un pequeño vídeo de este fin de semana, y que espero que sepa transmitir la alegría, o por lo menos esa sensación de pertenecer, de la que Coxyde ha sido protagonista y testigo a partes iguales:
¡Muy buen día viajeros!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…