Algo que realmente echaba de menos es el mar, respirar la brisa marina. Sea verano, otoño, invierno o primavera…, señoras y señores, el mar es bienvenido en todas las estaciones del año y tener la oportunidad de coger un tren en Lovaina y plantarse en la playa en un suspiro resulta todo un privilegio.
Ostende es una ciudad portuaria de la provincia belga de Flandes Occidental, situada aproximadamente en el centro de su costa en el mar del norte. Nada más bajar del tren, puede contemplarse la Catedral de Ostende. Se trata de una iglesia gótica levantada en 1905 junto con las dos torres que acompañan el conjunto. La Catedral de Ostende es una iglesia moderna, aunque no lo parezca, esto se debe a que se respetaron los cánones góticos de belleza en su construcción. Por lo tanto, su mayor atractivo es que parece pertenecer al siglo XV o XVI.
Pero, ¿Qué decir de la playa?
Lo que más me sorprendió es que estaba limpísima, tanto la arena como el agua. Daba gusto caminar sobre una arena tan fina y clara y no les puedo negar que me entraron unas ganas terribles de bañarme, pero, a falta de toalla y traje de baño, me lo pensé dos veces. Si un día visitan esta maravilla, por favor, ¡vengan equipados!, aunque sea invierno 🙂
Y, como una imagen vale más que mil palabras, ¡aquí les dejo un adelanto!
1 comentarios
¡Me encanta esa canción!