El Skyline es la silueta de los edificios de una ciudad. Según el arquitecto y diseñador Wayne Attoe, los skylines de las ciudades son símbolos de identidad colectivos, indicadores del nivel social de la población y herramientas funcionales de orientación. (1) El horizonte que crea la estructura total de una ciudad puede tener múltiples lecturas relacionadas con el tipo de poder predominante (Rascacielos, iglesias, monumentos turísticos) o la distribución de los habitantes según su nivel social (Barriadas, chalets, bloques de pisos…) Por útlimo, cabe destacar que en las últimas décadas el skyline se ha usado como uno de los principales objetos del citybranding: es decir, ha sido una imagen esencial en la proyección cualquier ciudad al exterior.
Por otro lado, el término “Bruselización” se usa en urbanismo como la construcción indiscriminada y despreocupada de edificios altos y modernos en barrios gentrificados. Efectivamente, este concepto hace referencia a la capital belga, pues durante la década de los sesenta y setenta del siglo XX, la falta de restricciones urbanísticas y la actitud laissez-faire de las autoridades bruselenses (2) – relacionados con agentes de la especulación inmobiliaria – generó la destrucción salvaje de patrimonio arquitectónico de Bruselas a una escala tan desmesurada que el concepto ha quedado tipificado en los manuales internacionales de urbanismo. No solo hablamos de la destrucción de edificios modernistas para levantar rascacielos: este fenómeno se produce desde que con el levantamiento del Palacio de Justicia miles de habitantes fueron expulsados de sus viviendas.
Ahora que ya sabemos esta anécdota podemos pensar la Bruselización en alguno de los miradores de la ciudad para contemplar sus rastros. Podemos preguntarnos cómo este proceso de ha contribuido a modernizar la capital Europea pero a la vez ha constituido un crimen patrimonial; cómo algunos agentes económicos se pudieron beneficiar de la especulación pero a la vez a pérdida de espacios emblemáticos perjudicó a la industria turística, o cómo, con un poco de creatividad, podríamos imaginar Bruselas sin bruselización: con una identidad uniforme y con un único sentido. A mi parecer, no esta idea no es absolutamente necesaria, ya que la diversidad e informidad de esta ciudad se muestra también en su (des)planificación urbanística.
(1) Skylines: Understanding and Molding Urban Silhouettes, Wayne Attoe, John Wiley & Sons Inc, 1981
(2) How Brussels became a byword for haphazard urban planning, Frances Robinson, Citymetric, 2015