Hace unos días hice una visita exprés de un día a Bruselas, y la verdad es que nunca se cansa de visitarla. En un día puedes verte lo esencial, pero viviendo en ella, cada día descubres algo nuevo, seguro.
Esta vez me quedo con Bruselas al atardecer, fue toda una coincidencia acabar subiendo por el “ascenseur des Marolles” mientras atardecía poco a poco, son placeres de la vida que uno disfruta en el momento. Bruselas es así, puedes tener todo un itinerario rígido y ambicioso, pero rápidamente te olvidas, dejas que la propia ciudad te pasee por ella misma, y vas disfrutando cada rincón que te muestra.
El ascensor está justo al lado del Palacio de Justicia, que ya se habló anteriormente en una entrada pasada, funciona tanto de pasarela como de mirador. A un lado tienes una vista panorámica de Bruselas desde arriba, incluso si entornas los ojos puedes llegar a ver el Atomium y al otro lado, tienes la imponente estructura sin acabar del Palacio de Justicia.
Como veníamos desde el centro, terminamos nuestro paseo nocturno por la dinámica Avenida Louise, con mucho movimiento de gente y cafeterías donde resguardarte del frío.