Esta semana, me fuí a pasar el día a Bruselas con un amigo belga.
Nos bajamos en la estación Bruselas Midi y empezamos el paseo por uno de los barrios más pobres, pero más populares y con más encanto de Bruselas: Les Marolles. Allí se celebra el conocido Mercado de las Pulgas (Marché de Puces). Todos los días abierto. Venden todo tipo de antiguallas: muebles, bolsos, cuadros, joyas…pero si sabes buscar bien, puedes llevarte valiosos objetos por quizás menos de diez euros. Y es que allí se puede regatear, porque la mayoría de las veces los que lo venden no saben el auténtico valor de las cosas…quién sabe ¡Quizás puedas encontrar un increíble objeto histórico inservible pero altamente valorado..!
Además, por los al rededores del mercadillo, hay muchísimos bares y terrazas. Todas ellas se llenan de jóvenes los domingos (muchos que van sin dormir a seguir la fiesta) porque hay música desde por la mañana…y el ambiente es muy buenrollero. Si conocéis el barrio de la Latina en Madrid, es un poco ese concepto.
Pasear por sus calles también sirve para descubrir las mil tiendas y anticuarios que tiene. Ropa, zapatos, muebles…etc. ¡Y prestar atención! porque lo mismo os topáis con algún mural del cómic, los cuales abundan por esa zona.
Después de echar un vistazo a todas las rarezas –en el buen sentido de la palabra– de ese barrio, nos dirigimos caminando por Haute Hoogstraat. Tomamos el desvío hacia la derecha y cogemos los ascensores que te llevan a la parte alta, donde se yergue impresionante el Palacio de Justicia (¿sabíais que fue el edificio del s. XIX más grande construido en todo el mundo..?). Este desnivel en Bruselas, separaba antiguamente a la aristocracia –que vivían en la parte alta– y a la burguesía –que vivían en la baja. Una vez arriba, puedes disfrutar de una de las mejores vistas de todo Bruselas: ¡Increíble!
Después, regresamos a Hoogstraat para dirigirnos hacia el centro. Buscando un sitio para comer, nos topamos con un bar: Picnic. Os lo recomiendo si vais porque la comida es sana (¡nada de fast food!) y no es nada caro para la zona en la que esta. Además tiene terraza y el servicio es bueno.
Tomamos el Boulevard de l’empereur Keizerslaan y nos desviamos por el Mont des Arts –donde están los museos de Arte antiguo y moderno– para ver el Palacio Real. Pero antes, hacemos una parada en el Museé des Instruments, desde dónde también se puede disfrutar de una majestuosa vista de la ciudad. El museé des Instruments es además un edificio clave en el Art Nouveau. Es obra de Horta, arquitecto belga que fue uno de los máximos exponentes de este movimiento.
NOTA: de noche el Monte de las Artes lo iluminan de tal manera que tu sombra se ve proyectada triple, y encima aparece en tres colores, ¡Esta genial!
Tras no mucho caminar, por fin llegamos al corazón de Bruselas: La Grand Place. Lo que aconsejo aquí es perderse por las callecitas que la rodean, y comerse un gofre de esos que te hacen olvidar hasta tu nombre.
¿Sabíais que hay dos tipos de Gofres? El gofre de Lieje y el gofre de Bruselas. Seguramente el que os viene a la cabeza cuando digo «gofre» es el de Lieje: pequeño y con mucho sabor (es más pesado, por eso no hace falta casi ni ponerle nada encima). Este es el que se suele vender por las calles. Pero luego mis queridos lectores; esta el gofre de Bruselas, más grande y con forma rectangular. Es más ligero y esponjoso, por ello lo suelen comer con chocolate, nata…etc. Yo desconocía esto. Hasta que entramos a DANDOY, una cafetería especializada en gofres y galletas belgas. Muy recomendable.
Por primera vez allí, tuve el placer de sentarme frente a frente con un gofre de Bruselas…¡Y menudo gofre! (todavía sueño con él)
Sino, también podéis seguir la calle Rue de L’Etuve camino hacia el conocido Manneken Pis. Allí encontrareis sitios para comer gofre de Lieja por sólo 1 euro. Esa calle es una de las más concurridas de Bruselas por sus tiendas de productos belgas y su conocido hombrecillo meón. El Manneken Pis se hizo para conmemorar la época en la que, en ese mismo barrio de Bruselas, existían multitud de baños y termas públicos donde multitud de gente (hombres y mujeres, de entre ellos curas y monjas también) acudían a bañarse –como medio de ocio además de higiene– hasta la llegada de la sífilis en el siglo XVI, que hizo que los cerraran todos. Hoy en día se ha convertido en uno de los símbolos más conocidos de Bruselas, y por si fuera poco, cuando ocurre algún evento nacional o internacional, lo visten con diferentes atuendos. ¡Qué cachondos estos belgas!
Después de disfrutar paseando por el centro de Bruselas (sintiendo la ebullición constante de personas de aquí para allá…) decidimos que no hay mejor manera de despedir la ciudad que con una cerveza. Asi que nos vamos al Celtica, un pub cerquita de la Grand Place donde todo el día es Happy hour : D cañas a 1 euro, y si pides la grande, sólo son 2 euros. Este bar suele estar lleno casi siempre, y el ambiente es más bien internacional. Además la música en el piso de abajo estaba genial, era como de los años 50, 60. Suele ser así casi siempre. Abajo temas míticos…y arriba música comercial.
Por último, fuimos dando un paseo por la famosa calle donde están todas las tiendas; Nieuwstraat. Y caminando caminado…llegamos a la estación Nord de Bruselas dónde dijimos adiós a este largo día.
En mi opinión, Bruselas es una ciudad muy polifacética y como tal tiene muchas formas de ser vista: a la caza de murales, siguiendo la ruta del pintor surrealista Magritte o quizás completando el recorrido de los edificios Art Nouveau…en cualquier caso, vayas con un plan o simplemente dejándote llevar, disfrutarás de la ciudad; porque Bruselas es el todo y las partes.
La canción es de Netsky (grupo/Dj belga) y se llama Memory Lane.