A pesar de tratarse de Bélgica, donde todas las ciudades se encuentran cerca unas de otras y cuentan con una red ferroviaria excelente, no todos los días se viaja a Gante. Por eso el fin de semana pasado me armé con las herramientas apropiadas para exprimir al máximo la experiencia de “Un día en Gante”: cámara en mano, mapa en bolsillo y todas las ganas del mundo de explorar una nueva ciudad es todo lo que necesitáis.
Aunque Gante es una ciudad pequeña, su patrimonio, elementos históricos y rincones interesantes son bastantes, por lo que explorar la ciudad en un día no es difícil, es imposible. De ahí que haya trazado una ruta de un día que permite visitar gran variedad de elementos importantes (desde mi punto de vista) en la ciudad.
Empezaremos por el sur, tras abandonar la Sint-Pieters Station, a 5 minutos a pie encontramos el Citadel Park, unos extensos jardines que rodean el ICC de Gante (Centro de Convenciones Internacionales). Resulta fácil perderse en este parque, y además de fácil, recomendable. Pasear sin rumbo mientras los rayos de sol se filtran entre la masa frondosa de hojas, pisando ramas secas y escuchando a los pájaros en lo alto de los árboles, o el agua cayendo en una fuente cercana, es como abandonar la ciudad y adentrarse en un bosque salvaje. El lugar perfecto para traer un libro y dejar que el tiempo pase.
Una vez hayamos dejado el parque atrás, si avanzamos en dirección noreste, daremos con el siguiente punto de “visita obligatoria”: la Book Tower. Se trata de un edifico que pertenece a la Biblioteca Universitaria de Gante y fue erigido por el famoso arquitecto belga Henry van de Velde. Con su estilo característico de hormigón armado falto de ornamentación, Van de Velde levantó lo que se conoce como “La cuarta torre de Gante” o la “Torre de la Sabiduría”, que guarda en su interior 3 millones de libros y se ha convertido en una protagonista más del skyline de la ciudad. Pero la torre no sólo es famosa por sus libros, sino también por sus vistas: con sus 64 metros de altura repartidos en 21 plantas, el edificio nos muestra una vista panorámica de la ciudad en toda su extensión.
Continuamos la ruta en dirección noreste, pero esta vez un poco más lejos, hacia Dampoort Station. Ya sabréis (y si no lo sabéis, lo descubriréis) que la ciudad de Gante está surcada por varios canales. Pues bien, la siguiente parada es el lugar donde los ríos Leie y Schelde se encuentran. Justo en la convergencia entre ambos hay una terraza con forma de cubierta de barco desde donde sentarse y observar el lugar donde Gante nació. Además, al otro lado del puente podéis encontrar las ruinas de Sint-Baafs Abbey, cubiertas de vegetación y rodeadas de un aire de misterio que convierte un paseo común en una aventura.
Cambiamos totalmente de rumbo y nos dirigimos al oeste, hacia el centro. Antes de llegar al casco antiguo merece la pena callejear un poco y explorar las estrechas vías que vienen a continuación. Y es que en Gante el arte no solo está en los museos, sino también en las calles, y podemos encontrar escondidos callejones multicolores que no tienen ni un ladrillo sin pintar, como el caso de Werregarenstraat, una estrecha calle a la que se accede por un túnel y presenta en sus paredes dibujos de todas las formas, tamaños y colores.
Y por fin, llegamos al centro de la ciudad. En esta zona se encuentran los que quizá sean los edificios más emblemáticos de Gante. Situadas prácticamente en línea recta, Sint-Baafs Cathedral, Belfort y Sint-Niklaas Church forman el grupo conocido como “Las torres de Gante”, que se perfilan en el skyline de la ciudad. No entraré en detalle respecto a estos edificios ya que son los más conocidos. Simplemente, como aspectos interesantes cabe destacar que en Sint-Baafs Cathedral se encuentra el famoso fresco de “La adoración del cordero místico”, y que en lo más alto de la torre de Belfort se puede observar la ciudad desde cualquiera de sus puntos cardinales. Si continuamos un poco más al oeste, al otro lado del puente que cruza el río Leie, se encuentra Sint-Michels Church que, al contrario que sus hermanas, no posee ninguna torre. Tras haber visitado todas las catedrales, llega el turno de desplazarse al norte, hasta Gravensteen (el Castillo de los Condes), que además de residencia condal, desde el siglo XII ha recibido el uso de prisión, de corte e incluso de fábrica de algodón.
Una vez hemos completado la visita turística por los edificios del casco antiguo y ahora que conocemos más o menos su ubicación y su historia, es el momento de realizar ese paseo en barco tan famoso en las ciudades belgas. El recorrido comprende una parte del río Leie y el río Lieve, y al mismo tiempo que disfrutamos de la tranquilidad que las aguas de los canales ofrecen, los guías proporcionan gran cantidad de datos curiosos sobre la historia de la ciudad, de esos que no vienen en los libros, vaya. Además, parece que desde el nivel del agua se observe una ciudad totalmente distinta, con edificios más bellos y majestuosos.
CURIOSIDAD: si tenéis la oportunidad de acercaros al canal de Coupure quizá veáis un rebaño de ovejas pastando en sus orillas, ¡en pleno centro de la ciudad! La razón es que las colinas que dan al río son muy empinadas por lo que es más sencillo dejar que las ovejas hagan el trabajo sucio.
En lo que a comida se refiere, en el centro de la ciudad hay varias zonas con distintas propuestas según lo que andemos buscando. Por un lado tenemos la zona de Sleepstraat, sembrada de restaurantes turcos y pizzerías donde comer es generalmente barato. A continuación viene Vrijdag Markt. Como su propio nombre indica, aquí tiene lugar el mercado de los viernes donde se montan varios puestos de comida, aunque la plaza también está rodeada de bares y frituurs. Ya llegando al corazón de Gante encontramos la calle de Hoogspoort y Korenmarkt, donde los restaurantes ganan calidad y también aumentan los precios. En particular debo hablar de Tasty World , un pequeño local especializado en ensaladas, hamburguesas vegetales y zumos y smoothies naturales que vale la pena visitar aunque no seamos vegetarianos. ¡Os sorprenderá la variedad de platos que ofrecen! Si seguimos andando, dejando atrás el casco antiguo y continuando hacia el sur nos adentramos en Veldstraat, o la calle de las tiendas, que viene a ser algo como el Meir de Amberes pero a menor escala.
Por último quiero daros una recomendación personal, y es que si vais a Gante merece la pena pasar allí una noche para poder vivir la ciudad una vez el sol se ha puesto. Sí, vivir la ciudad. Resulta que, al contrario de lo que ocurre en otras ciudades, en Gante que se acaben las horas de luz no significa que se acaba el día. De hecho da gusto salir de noche y comprobar que las terrazas de los bares siguen estando llenas de gente comiendo, charlando, riendo; que los vecinos abandonan sus casas para pasear por las calles y que los jóvenes quedan en las plazas para pasar un rato juntos. Es más, puede que os encontréis con algún concierto callejero o algún evento nocturno inesperado alrededor del cual la muchedumbre empieza a arremolinarse. Coged la chaqueta y salid a la calle, ¡en esta ciudad nunca se sabe! Y si no, simplemente pasead y disfrutad, porque la ciudad de Gante siempre es bonita, pero por la noche, en el momento en que las siluetas de los edificios y las luces de la ciudad se reflejan en las oscuras aguas de sus canales, es como si la poesía se palpara.