Luxemburgo, ese estado sin litoral rodeado por Francia, Alemania y Bélgica, fue nuestro destino de visita el pasado fin de semana. Tras tres horas de tren y casi 200 kilómetros, llegamos hasta aquella bella ciudad cuyo lema es “Queremos permanecer siendo lo que somos”, una frase que resume el amor que sus habitantes tienen hacia su país y sus costumbres, y cómo nunca se dejarían doblegar por nadie.
Una peculiar ciudad, con una notable riqueza (y no solo porque su PIB sea el más alto a nivel mundial), sino porque al encontrarse entre la Europa romana y germánica tiene una gran riqueza cultural.
Nuestro día comenzó buscando algún tour por la ciudad que pudiera guiarnos en nuestro recorrido por Luxemburgo, pero desafortunadamente no tuvimos mucho éxito en nuestra búsqueda. Con la ayuda de un par de mapas llegamos hasta el castillo, vimos diversas iglesias, y encontramos maravillosos rincones con unas vistas impresionantes.
En el centro de la ciudad, miles de terrazas nos esperaban a la hora de comer con suculentos platos que saciaron nuestra hambre y nos permitieron recargar fuerzas para seguir esta aventura.
Desgraciadamente el billete de vuelta era para ese mismo día y a las 6 de la tarde tuvimos que emprender el viaje de regreso a Bruselas pero la belleza de Luxemburgo y sus calles siempre será un bonito recuerdo que añadimos a nuestra aventura erasmus.