Cuando viajamos, estemos practicando turismo cultural o un Erasmus, nos sentimos atraídos por lo que es diferente a nuestro país. Si bien el sistema turístico ya se encarga de poner en valor, acentuar, clasificar, categorizar, parcelar, y producir los atractivos culturales “hacia afuera” (ref.1) frecuentemente hay activos culturales de suma importancia que quedan atrás, bien porque no suponen ningún beneficio económico (como Cara Pils) o bien porque aún es necesario un proceso de patrimonialización de estos elementos.
En este artículo analizo una de las tradiciones que aún no se han puesto en valor en Bélgica: el alféizar belga decorado, “Vensterbank decoratie”. Se trata de la tradición Belga de decorar el espacio interior entre la ventana y la cortina (vitrage o kant) con objetos de toda índole: desde bodegones Kitsch, jardines botánicos o hasta esculturas contemporáneas. Esta tradición es exclusiva del territorio de habla neerlandesa y desde hace varias décadas han aparecido diversas señales que indican la conciencia de los propios belgas hacia la cultura del alféizar.
El más reciente es el trabajo EYELINER (2017) de Denicolai y Provoost, ganador del premio Belga de las Artes en 2017 que consistía en pedir prestados los objetos que decoran las ventanas de las calles de Bruselas y disponerlos en el museo de las artes Bozar. Y del mismo modo, desde hace siglos la relación de los artistas y pintores neerlandeses con el espacio situado entre la ventana y la cortina ha sido más que latente. En 1618, el artista de Amberes Ambrosius Bosschaert pintó el prestigioso cuadro “Jarrón con flores ante una ventana”; y años después, Johannes Vermeer, de origen Delft, (por aquel entonces las Provincias Unidas de los Países Bajos) pintó “El arte de la pintura” (1666–68) y otras imágenes donde el espacio entre la ventana metafórica de la pintura y la cortina es clave para entender la obra; o hasta las referencias simbólicas a la virgen en “La adoración del Cordero místico”(1432) de Van Eyck mediante objetos en el alféizar (ref.2) Y, por supuesto, no podemos dejar de mencionar la obsesión de Magritte con atribuir valores connotativos a las cortinas, las ventanas y los marcos (ref.3)
Pero no solo en los circuitos del arte museístico se manifiesta el valor del alféizar neerlandés. He podido encontrar tres programas de televisión que tienen como eje principal el Vensterbank: “” de Electropoëzie es una oda a la distribución metódica de objetos en el alféizar.
El proyecto de investigación “vensterbankdecoratie.tumblr.com” recoge todas estas referencias y muchas más, desde el inédito uso de una cortina en el pabellón belga en la exposición de París 1878 (Con objetos en las ventanas) hasta una compracación con los distritos rojos de Flandes.
Hay un pequeño matiz que destacar. Si bien esta tradición es compartida con algunos de los vecinos del norte de manera ligeramente parecida, es remarcable la sistematicidad con que los flamencos decoran el vensterbank usando siempre un elemento clave: la cortina. En los países bajos existe la tendencia de dejar ver desde la calle todo el interior de la casa: es decir, no usar cortinas para tapar las ventanas. Hay quien lo asocia a las raíces calvinistas de los holandeses: permitir a los transeúntes una vista completa de su vivienda muestra que no tienen nada que ocultar. (ref.4) Contrariamente, los flamencos, históricamente católicos (y consecuentemente más reservados) sí que usan una cortina para separar el alféizar del resto de la vivienda: la tradición cortinística flamenca se demuestra también en el aprecio del encaje, con el museo Kantcentrum en Brujas. Este pequeño matiz genera una particularidad única en el mundo: un espacio de exhibición cultural en el ámbito doméstico, un espacio dedicado a la apreciación estética pero también al debate político (como demostraba Denicolai y provost con las referencias al congo belga(ref.5)); un espacio valorado popularmente por los Belgas pero con una merecida necesidad de proyección internacional.
Para ir concluyendo, cabe recordar que la tendencia al alza del turismo cultural precisa una alta cantidad de recursos histórico-artísticos para su desarrollo. En un país como Bélgica, donde existe una falta de atractivos culturales e históricos debido a su corta historia (comparado con las otras capitales europeas como París, Londres o Amsterdam, Bruselas es desconocida por muchos viajeros(ref.6)) la industria del turismo aún puede explorar nuevas posibilidades.
Lamentablemente, la cultura del alféizar está en peligro de desaparecer debido a las connotaciones “anticuadas” que tiene: se relaciona a una práctica de gente mayor o de las zonas rurales, y los jóvenes la rechazan. Es por eso necesario reivindicar la cultura del alfeizar más que nunca: un espacio lleno de luz, flores, y vida social. ¿Si un patio andaluz puede ser un atractivo turístico en el sur de España, porqué no un alféizar flamenco en el norte de Bélgica?
Referencias
NOGUÉS PEDREGAL, Antonio Miguel. Etnografías de la globalización. Cómo pensar el turismo desde la antropología, Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, no 68, pp. 33-38, 2005.
(ref.2) HICKSON, Sally, Van Eyck, The Ghent Altarpiece, khanacademy, 2013 <Online>
(ref.3) CASAS, Laetitia. Magritte à Pompidou, une fenêtre ouverte sur l’illusion, ersatzexpos, <Online>
(ref.4) Guide to Dutchness, NO. 8: NOT OWNING CURTAINS, stuffdutchpeoplelike, 2010 <Online>
(ref.5) Belgian Art Prize, Denicolai&Provoost, 2017 <Online>
(ref.6) HATES, Pet. Belgium is the strangest country in the world, pethatesblog, 2013 <Online>