La capital de Bélgica queda muy, muy cerquita de Lovaina. A tan solo unos 27 km. Es casi obligatorio visitarla teniéndola tan al alcance de la mano, sobretodo porque en tren no tardas ni media hora, dependiendo de las paradas (Bélgica está muy bien comunicado por tren, es el mejor medio para moverse por el país) y el precio no es muy caro, 10 euros entre semana y 6 los fines de semana (ida y vuelta). Así que puedes aprovechar cualquier fin de semana para darte una vuelta por Bruselas, ya que un solo día te sabrá a poco.
En esta mi primera visita recorrí todo el centro de la ciudad. Sin duda hay que pararse en la Grote Markt, la Grand Place en francés, el corazón turístico y la plaza más famosa de Bruselas, con sus preciosos edificios barrocos y sus centenares de turistas. La verdad es que es impresionante. En dicha plaza montan en verano, cada dos años, una enorme alfombra de flores que hoy por hoy se ha hecho ya muy famosa. La última vez fue este verano, así que hasta 2014 no se podrá volver a disfrutar… ¡lástima!
Tras ver la Grand Place me fui a pasear por las calles adyacentes, por donde te puedes perder entre cervecerías, mercados, tiendas, restaurantes… y fui a ver al famoso Manneken Pis, que este día llevaba puesto el disfraz de Saint-Feuillen, un monje irlandés del siglo VII que estuvo en Bélgica de misionero.
Hay que fijarse en cuáles son los locales típicos para turistas, pues disparan los precios si se dan cuenta que lo eres. El truco está en que te ofrecen la comida a muy buen precio, pero aprovechan para servirte la bebida a precio de oro… ¡así que cuidado!
Desde esta zona seguí deambulando y me acerqué hasta la plaza D’Albertine, desde donde, al subir la escalinata que existe al fondo de la plaza, tienes una vista preciosa de la ciudad. Ahí están también los edificios del Palacio de Bellas Artes y el museo Magritte, que no tuve tiempo de visitar (¡un día es muy poco tiempo!)
Y así pasé la tarde, paseando tranquilamente, tomando fotos, visitando tiendas y alguna cervecería (no puedes estar en Bélgica y no probar la cerveza) El día se me fue volando y lo disfruté mucho, pero sé que tengo que volver, pues no aun me queda mucha Bruselas por conocer…